sábado, 30 de abril de 2016

Los buitres de la calumnia

Ahuecando el ala, volvieron los buitres calumniadores. Otra vez. Sacaron la carroña, la mentira y cogieron el micrófono. La mierda subvenciada, como el dinero, al cero de interés. Pero está ahí, y el altavoz hizo que pareciera himno universal. Otra vez los buitres de la calumnia se salieron con la suya. Otra vez vencieron. Y nos veremos el 26 de junio. Otra vez. Carroña para todos. El lado dañino de las cosas vuelve a ganar en casa y a domicilio.

Ayer me hablaron de profanación

Y yo, en la Nueva Ciudad Nueva, solo respondí: ¿Cuántos años ha estado el Cartagena en Primera División? Coda: Y por asuntos tan feos como el partido contra el Albacete, hay puntos que no se pueden perdonar. Coda 2: Lo dicho, viva la Primera División

martes, 26 de abril de 2016

16 horas después

Esta mañana era el dedo de Paul; 16 horas después, llegando a la residencia catastral, leo sobre los isquios de Blake. Más lágrimas y más hiel en la voz del entrenador del lado victorioso de Los Ángeles.

El dedo de Paul

Siempre he pensado (y pensar lleva a líos de todo tipo) que Doc Rivers no es tan gran entrenador. El equipo que tuvo en Boston fue irrepetible y debería haber conseguido más que un anillo. Ahora veremos como gestiona a estos Clippers sin Paul si se confirma la lesión y el tiempo de recuperación del base. Veremos si el humo es el de siempre, si deja de vender barniz. El mismo barniz de siempre.

Sin idus de marzo ni martes de abril

Vuelve la gran mentira, la gran barnizada del "no pasa nada". Toca tender, en plan Blur, y mirar para otro lado. Toca esperar domingos de junio, toca evitar la realidad, toca todo menos el Euromillones. Toca aparentar responsabilidad cuanto se hace todo menos conjugar verbos útiles. En mitad de la gran mentira, lo cotidiano se disfrazó de discurso. Y todo lo demás.

lunes, 25 de abril de 2016

Happy Valley. Segunda temporada

Sigue la racha de hiel. De hiel bien hecha. Con cuidado y detalles, con esmero y dedicación en la segunda temporada de Happy Valley. Esa racha de dolor que nunca acaba y que en algunas personas es de por vida. Hasta el momento de llegar al cementerio. Hasta que te llegue el agua bendita y las flores que te pone de oficio la funeraria. Y múltiples aristas en este artefacto casi perfecto de dolor que es la vida nuestra de todos los días, de todos los sitios, de todos los odios y de todos nosotros.

Las lágrimas de Joerger

Leo en Nbamaniacs las declaraciones del entrenador de Memphis después de ser barridos por los Spurs. Orgullo de un equipo a pesar de la derrota. Siempre.

domingo, 24 de abril de 2016

¿Renunciar voluntariamente a ver Breaking Bad?

La columna de Lolaso deja frases absolutamente increíbles. Solo queda leerla, leerla y volver a leerla. Y todo lo demás. Coda: Seguimos vivos y jodidos, y ahora que llega la razzia montorista, la bestialidad del IRPF, aún más. Y punto.

sábado, 23 de abril de 2016

¡Viva La Pantera Rosa!

Recuerdos de la Hoja del Lunes

Las paredes del cuarto

Mirándolas. Una y otra vez en la sobriedad de la mañana. Siguen en sus treinta. Ni el Medievo valdeavellanista cambia la perspectiva. Estamos perdidos.

¿Por dónde empezar?

Por el final, que las estadísticas mandan pero engañan. No todo son números. Nunca. Hay que ver los partidos enteros, en directo, y, posteriormente, sacar conclusiones. Y todo lo demás.

viernes, 22 de abril de 2016

Así se acaba una canción

Que sí. Tal que así. Esta mañana, en guardia con tipos de Bachillerato en una sala llena de ordenadores solo jugaban a algo en plan gusano. Y solo podía llegar a esta canción. Y el profesor de guardia, como si no existiera. Y se compadecían de mí por ser un profesor suplente de Historia. Nadie recordará que un día estuve en esa sala de ordenadores. Y me ha dado la risa floja, minuto tras minuto. Y todo lo demás.

Falta en ataque

Se está escribiendo mucho sobre la posible falta de ataque en la jugada de La Barba para dar el triunfo a los Rockets frente a Golden State Warriors en el tercer partido de postemporada que enfrentaba a ambos equipos. Creo que nada de nada. Pero siempre hay que escribir, siempre hay que hablar, siempre hay que inventar algo para llenar la columna o el programa. Y todo lo demás.

Salir de casa

Siempre es bueno esperar algo bueno. Este es el caso de Salir de casa. Aunque no siempre es fácil escuchar a Francisco Nixon, no siempre reconfortable, sus canciones siempre estarán con nosotros en nuestro imaginario colectivo y siempre habrá alguien que las cante en sus conciertos. Y todo lo demás.

jueves, 21 de abril de 2016

Clave de bóveda

Apocalípticamente hablando, todo es cierto y nada mentira. Invertidos los sujetos, asfixiados los predicados, la oración no se hace carne sino refresco de cola. Cream tangerine. Y todos esos himnos sesenteros, olvidados hasta que fallezca su creador, boca arriba o boca abajo, suenan en su cabeza sin remedio y sin número que cuadrar. No cuadran, no consiguen hacerlo aunque lo intente hasta la extenuación. Y todo lo demás.

¿Cómo medimos el nivel de ritmo?

miércoles, 20 de abril de 2016

¿Domicilio ideal?

Ya no vale la residencia catastral, ese concepto se queda corto. Cortísimo. Antípodas de bromas infinitas, de jodiendas con vistas a la bahía cartagenera olvidada en rutas sin fortalezas. Y todo lo demás.

Lelé Terol

Es lo que tiene hacer(se) mayor y recordar a los exalumnos y exalumnas y sus proyectos y sus incorformismos. Una de ellas, una de las exalumnas, es Elena Terol, que (se) hace llamar Lelé Terol y que nos deleita con su música. Cuando hace unos sábados la vi en La Puerta Falsa entonar sus coplillas (y puedo decir que iba lo suficientemente sobrio), me quedé sorprendido. Favorablemente sorprendido (quizás favorablemente se quede corto a la hora de expresarlo). Sorprendido para bien. Y no porque ponga en duda su talento (a la hora de estudiar no optimizaba sus recursos), sino porque yo esperaba algo distinto. Y la música llegó y en mitad de esa quietud y aparente sobriedad, ese sábado, disgustada porque el equipo de sonido falló al principio, y de los nervios (le faltó el saco de boxeo o algún borracho para golpear), y esas cinco canciones que escuchamos ese sábado me maravillaron en mi habitual desconcierto. Tampoco sé exactamente lo que me esperaba. Las ideas preconcebidas no son lo mío (o tal vez, sí). Esperaba algo más estándar, algo más patronímico, algo con más referencias reconocibles. No es que mis escasas neuronas reconozcan a la primera influencias claramente, pero esa sorpresa positiva llegó. No es que me llevara bien con los alumnos (y, salvo excepciones, sigue sin ser así), pero la borde de Elena y su séquito (sí, Elena tenía su pequeño grupo de secuaces) iban un poco por libre. Y hacían bien. Está bien eso de seguir camino libre (o camino sorianopañameno) y no entender de estándares en época de estándares, de ir con gaviotas o seres animados en el pecho, de buscar en territorios corsos lo que no se encuentra en casa. Volveré a intentar verla, escucharla y sentir otra vez esa sensación indeterminado que sentí hace unos sábados en La Puerta Falsa de Murcia cuando la escuché cantar esas cinco canciones entre Foster y Foster hasta llegar a la canción impar y al cerveza impar. Y todo lo demás.

Better Call Saul. Segunda temporada

Hace un año y diez días me refería por aquí a la primera temporada de Better Call Saul. Y sigo con la misma sensación: es un Saul de serie B. Pero creo que nosotros, todos nosotros, hemos sido serie B, o, incluso en primera personal masculino singular puedo decir que en mi caso fue serie Z (y ahí sigo según mis satélites). Alguien me dijo alguna vez, no recuerdo bien si fue el hombre de la camisa verde cuando cantaba cual Sergio Algora sus preciosas pesadillas lourdianas, que nuestra serie B se puede resumir en cinco fotos de un álbum de hace veinte años: las pintas, las camisas, las zapatillas, los pantalones, los ademanes, los chascarrillos, las camisetas de Depeche Mode y todo lo demás. Algo parecido ocurre con Saul y los lunáticos: está el hijoputismo latente, pero es un hijoputismo de serie B; está el (mal)pensamiento, pero hay veces que es un (mal)pensamiento que roza la serie B, como mis pantalones del álbum verde de cuando era ya un pequeño cabrón. O tal vez no: sabemos que antes o después tendrá los 48 móviles en su cajón del escritorio donde despacha y atiende al pirata de turno, pero de momento lo vemos atender a tipos con problemas y a abuelos que han sido robados vilmente en la residencia de ancianos. Y en mitad del seriebeísmo, nos apetece esta copa pero no disfrutamos completamente de ella, la copa hay veces que se transforma en cáliz y nos vemos dentro de nada con Cristo como buenos ladrones que fuimos, porque realmente pensamos en Breaking Bad y esto no es Breaking Bad. No es lo mismo el primer gintonic que el número 1548. O tal vez, sí. Queremos probar algo nuevo, pero con sabor añejo, y, por ello, ante la oferta milenaria de series volvemos a Saul, esperando que historias metanfetamínicas vuelvan a nosotros. Pero no vuelven, joder, no vuelven. Querríamos estar desmemoriados, como canta The New Raemon pero no siempre lo estamos. Y como Dimas, como buen ladrón, nos encontramos con el cáliz, con la cruz y con el Calvario. Incluso con mayúsuculas, pero no vemos a centuriones arrepentidos, no vemos a Marías sino a abogadas con pretensiones y a abuelos que hacen cualquier cosa por su nieta. Y todo lo demás, aunque suene a sucedáneo para pasar diez ratos.

Nuevos jardines versallescos

Bucleados en himnos antiguos, adorando viejos dioses, hemos olvidado el talento de lo que viene. Hoy toca, entre búsquedas colectivas y amaneceres raros de abril, escuchar los Nuevos jardines versallescos de Chef Creador. En el despertar del miércoles, antes y después de la derrota diaria, hay que buscar apoyos, sustentos, vitaminas que vuelvan a hacer(nos) sentir las guitarras que tenemos olvidadas. Y pintando esas casas con cruz, con esos tejados y con las cortinas al son del viento, no sabemos si la impresión es la correcta. Y en mitad de esa duda, nos gusta. Y todo lo demás.

Me voy a la cama tranquilo

lunes, 18 de abril de 2016

Siempre

Siempre hay políticos gringos que no son admirables; siempre hay deportistas que crean controversia. Uno de esos es Kobe. Lo grave es que estos últimos días ha hablado todo Cristo de Kobe sin tener ni puñetera idea. ¿En el equipo ideal de la historia? ¿Ganaría un puesto en ese doce ideal? ¿Lo sabremos algún día? Luces y sombras, jodiendas con vistas a distintas bahías (y no solo a San Francisco). ¿Demasiadas sombras entonces? Vaya usted a saber, pero estos últimos años han dejado mucho que desear. Y todo lo demás. Coda: Yo soy más de Duncan, de los que se retiran en silencio, de los que ganan títulos pero no se ponen medallas por ello todos los días. Y si me ponen a elegri, viva el santiabadismo. Siempre.

La penúltima de Rajoy

Como ya estamos en campaña, otra vez en bucle, Rajoy se saca la penúltima de sus pantuflas. Inglés para universitarios. No hace falta el español en Cataluña, no hace falta el español en Navarra, no hace falta el español en País Vasco, no hace falta el español en Galicia, no hace falta el español en Baleares. No hace falta el español en media España pero viva Galicia dice que nuestros universitarios necesitarán un B2 de inglés. Que es más importante para un futuro cirujano saber inglés que saber usar el bisturí. Va a ser más importante para un profesor de Historia saber inglés que conocer la labor de la Primera República. Que es mejor el imbécil en cinco idiomas que el profesional que solo sabe español. Con un par, Mariano. Con un par.

¿Qué fue de los discursos inolvidables?

¿Qué fue de ellos? ¿Nos quedamos con Robespierre o con Danton? ¿Somos incorruptibles? ¿Serían capaces nuestros líderes de acabar con la mediocridad? ¿Tanto cuesta escribir bien y dar buenos discursos? ¿Tanto cuesta leer bien? ¿Tanto cuesta no recurrir a Suárez?

domingo, 17 de abril de 2016

La falacia del coste hundido

Es hora de honrar a Jules, de seguir los instintos, de afilar los colmillos, de andar sin rumbo fijo. Y todo lo demás.

sábado, 16 de abril de 2016

¿Cuándo se hizo el silencio?

Y sin levantar(se) de la silla, todo cambió, hasta que el retrovisor indicó que estábamos equivocados [otra vez].

José Robles Pazos

Ahora que estamos abrileando, república para arriba, república para abajo, hay que recordar el nombre de José Robles Pazos, traductor español de la obra de John Dos Passos, que desapareció en uno de esos oscuros acontecimientos que tuvieron lugar en la España de los treintas. Que no se nos olvide su nombre, como el de tantos otros.

jueves, 14 de abril de 2016

Ni los más viejos del lugar

Nunca más. Nunca más. Nunca más. Luego algunos se despertaron, lloraron, rieron. Alguien dio a luz unas semifinales inéditas. Y todo lo demás

miércoles, 13 de abril de 2016

El progreso

¿Qué fue del reloj? ¿Seguirá en condiciones? ¿Qué fue de la tristeza? ¿Tanto pedir cambio para esto?

martes, 12 de abril de 2016

¿Menos o los de siempre?

Anoche, espiscopeando un rato después de llegar de hacer como que trabajaba, minutos antes de la medionoche, Camacho recordaba la frase mítica, hiperclásico: "No es que en España se ligue poco; es que siempre ligan los mismos". Y punto.

No hay banquete los martes

Volvimos a intentarlo pero fracasamos. 85 minutos no son suficientes. No fueron suficientes. Nada. Todo mentira. Nada de conversaciones sobre la la lucha por la supervivencia en los cafetales hondureños. No sirvió de nada. Cuando no hay nada de que hablar, todo es gravitación universal. Pensando en la financiación del siguiente gintonic, le plantamos cara a la sed. Pero no. Ni las imágenes, ni los versos de Gimferrer, ni los ajustes de Bruselas, ni las jodiendas con vistas a la bahía. El último crucero solo trajo más mierda con piernas, la misma mierda pero con distancia procedencia. Y todo lo demás.

Música de mierda

Dice Carl Wilson en Música de mierda que tras las innovaciones que trajo la ILustración los procesos artísticos pierden poco a poco su estatus noble y va cogiendo un estatus burgués. Tal que así. Y se queda tan pancho después de hablar de la influencia de Hume y Kant y otros mendrugos filosóficos y después de soltar una parrafada sobre Celine (con o sin tilde, cada uno que lo ponga como quiera) Dion de 100 páginas. El problema de los ensayos es que están sobrevalorados: cualquiera de nosotros, con o sin el Graduado en ESO, podemos escribir doscientas páginas sobre la validez de las proyecciones cónicas en la Geografía actual o la influencia del disco El Escarabajo más grande de Europa de El niño gusano en los grupos indies del siglo XXI. Podemos dar opinión sobre cualquier asunto. La importancia de esa opinión es el altavoz. El volumen del jodido altavoz. No estoy diciendo que no me guste Música de mierda. Esas cien primeras páginas están muy curradas, pero se centran en el ejemplo edificado desde niña por Dion con o sin tilde en el nombre. También dice Carl Wilson que los romanticos reaccionaron a las ideas de la Ilustración celebrando el genio artístico con un agente independiente en cuanto a la revelación, siempre aparte del resto de los grupos sociales. Siempre hay un grupo que marca tendencia, el problema es si esa tendencia es mierda o ambrosía. Y la ambrosía es inalcanzable para muchos. Para demasiados. Sigue el señor Wilson, que también alude al Brian con el que comparte apellido y a su renacido Smile, diciendo que el modernismo hace que el arte tenga como misión atacar la falsedad de la sociedad del postureo. Todo mentira, pero mentira bien arregladita. Casi nada. Ahora, en abril de 2016, dicen que lo de las barbas va a dejar de llevar(se) y lo que toca es afeitar(se) dos o tres veces al día. Lo último, de hace un rato. La moda, ya se sabe, pantalón campana sí, pantalón campana no. ¿Solo cuenta lo que hacen los bohemios? ¿Pretendemos imitar a los bohemios? ¿Solo somos un chiste que alcanza a los amigos de los amigos de los bohemios? Como siempre, escupir en el mar. El consenso es imposible de alcanzar, no es una meta final, es una meta volante en mitad de un pueblo afectado por la contaminación de Chernobyl en el que nadie aplaude. Citando a Theodor Adorno, el autor nos recuerda la famosa pregunta de sí es posible la poesía después de Auschiwtz (eso tendremos que preguntárselo a algún zanahorio o al amigo Vicente Velasco). Claro que es posible porque todo es absolutamente mentira. También sigue dándole hilo a la cometa con la retórica relación entre capitalismo y democracia: hay que vender algo nuevo (pantalones para niñas con mas rajas que dos contra uno le hicieron a la diva Jameson), y ya no utilizamos los conceptos de democracia y capitalismo sino que usamos de globalización y políticas identitarias. Toma ya, y se queda como el de Verano Azul (¿no recordamos a Pancho?). Y no es solo el invento de la ya viuda Dion, (no sé si lo que ella hace es pop, o música popular), sino que Wilson, con razón, subraya la importancia de los films, de la ficción en sus distintas vertientes y de las revistas (yo me leo todas las de corazón cuando las suelta mi madre y puedo asegurar que son creadoras de tendencias, aunque el problema que es que hay personas que se vistan como Carbonero, Rubio o Pedroche, o tipos de cuarenta años que imitan los peinados de futbolistas a los que en la barbería les dejan un peinado como los de mis alumnos de primero de la ESO). Y sigue Wilson hablando de la violación de los límites del arte. ¿Han llegado a su fin? ¿O es que no prestamos atención a quiénes se los saltan? ¿Cuántos habíamso oído hablar de Lester Bangs antes de Casi famosos? Yo no. Pero hay cierta crítica que se pone medallas. No se las ponen otros, lo hacen en primera persona del singular desde la poltrona de su columna de opinión en un periódico que ya no tira antes como antes, desde su programa de radio, desde su chascarrillo televisivo, desde la taza del váter o desde el púlpito del Vaticano (esa paródica imagen del Sumo Pontífice actual lo dice todo). Y enseña una dualidad olvidada el escritor Wilson, que muchos parecen olvidar: el enfrentamiento entre rockismo y popismo. Sobre este enfrentamiento, recuerdo otro dialéctico entre Tomás Fernando Flores y José María Rey mientras retransmitían en un FIB un concierto de Primal Scream (tuvo que entrar al trapo Julio Ruiz desde su atlética posición para poner paz). Esto es tan viejo como el pan sin sal. ¿Cuántos tuvieron en el Neolítico sal para diferenciar el que no tenía y el que sí? Y siguiendo El Club de la lucha, podríamos seguir dándole hilo a la cometa y hablar de la leche condensada y del café descafeinado. O de los inventos de la OMS sobre lo que debemos beber y comer, que eso sí que es como la crítica musical, un gran invento. Wilson habla del valor de las encuestas (está claro que no ha estudiado ningún ensayo sobre el valor de las encuestas políticas en España y sus errores en los continuos comicios y en los que vendrán). Metiéndonos en camisas sin once, que no soy sastre, el concepto de hortera o cursi ha llegado hasta lo que bebemos, y en ello tenemos los ejemplos florales de los gintonics: hasta el que no tiene para pagárselo lo hace, para poner la foto de su careto en su perfil de su red social favorita (y en las otras también). Y citando a Bourdieu, habla del "habitus", y de la educación que hemos tenido cada uno de nosotros y como combinamos las expectativas, las capacidades y las actitudes que tenemos gracias a nuestra educación. ¿Somos cool? ¿Queremos ser cool? ¿Tenemos que decir en mitad de una conversación que nos encanta la banda sonora de la serie que ha hecho la BBC sobre la novela Guerra y Paz? Difícil de contestar, de verdad. Y si te gusta una canción de Lily Allen, pues te gusta. Y punto. O a tantos de mi generación, que se han sumado a ese viento del norte que dice que solo les gustan Los Planetas antes de pasar(se) al Flamenco. Y partiendo del "capital cultural", nos metemos en todos los jardines intelectuales que queramos, tantos o más jardines que puedes pedir en la gintonería de moda o en el bar de moda o en la funeraria de moda (viva A dos metros bajo tierra). ¿Podemos asegurar como lo hace Wilson que nadie es un verdadero omnívoro? Dice el CW que "tener gusto significa excluir". ¿Tener gusto significa tener que ver tres veces las cinco temporadas de The Wire? La música, como arte, es falsificación, otra de tantas, la penúltima de muchas etapas de la mentira. Y, además, según CW, está el problema del exceso en la música, en la pintura, en la rabia, en la monumentalidad y en todo lo podamos (o queramos) imaginar. Siempre dándole hilo a la cometa de la imaginación, siempre maquinando ruido y rabia, siempre maquinando dolor y placer. Y el sentimentalismo como truco de marketing llevado a la enésima potencia musical, en Las Vegas, ejercitando la lágrima y el músculo, el billete desde el aeropuerto, el sexo, las drogas y el alcohol como actores secundarios de la pantomima. Vamos a gastar, no a ver a Dion como hace nuestra compañera filipina con gafas de sol en mitad de ese engendro al mal gusto que son Las Vegas. ¿Y por qué el tres de espadas y no el as de copas? Siempre debemos apostar por el as de copas, CW. Y la pregunta, más que saber dónde habitan los adultos normales, debería ser saber definir lo que son los adultos normales. Adultos normales, casi nada al ordenador en el que se reproduce una y otra vez la banda sonora de la serie televisiva de turno. O no. Amor personal o geopolítico, pero amor es lo que necesitas según CW. Bendito sea el dulcísimo nombre del Creador. ¿Y por qué hemos dejado de utilizar la palabra gusto? Y tantas y tantas preguntas que se hace CW y para las que no tenemos respuesta, o si tenemos respuestas no son las respuestas que queríamos tener. Buen gusto, mal gusto, mi vecina sacudiendo las sábanas a las once y veinte de la mañana mientras termino de leer este libro. ¿Sacudir ese conjunto sabanero es mal gusto o mal gusto? El enredo, como la música, sigue creciendo y es una percepción particular. Y no estoy de acuerdo con CW con eso de que al llegar a la edad adulta hay que volver(se) democrático. ¿Qué es la democracia del gusto? ¿Dónde está? ¿Cuál es su norte? ¿De verdad escribió Marx que la vergüenza es un sentimiento revolucionario? No sé a que lado de la trinchera del gusto me podría quedar, pero siempre querría en mi ejército a Jack White, en cualquiera de sus múltiples grupos, con canciones propias o ajenas, con parienta al lado o pelujones a diestra y siniestra. Añade CW que nuestros juicios de valor (ya sean a priori o a posteriori) son borradores de la Historia del arte con mayúsculas (ufffffffffff), pero siempre revisionables, siempre puestos de nuevo en tela de juez (esos jueces que obscenamente son nombrados por políticos, y que a su vez deben juzgar a los políticos [como dijo Gallardón en su primer discurso como Ministro de Justicia del gobierno español rajoyesco]). Coda: Debo ser uno de los pocos tipos cerca de 39 años de un país medianamente incivilizado que no ha visto Titanic y que no ha escuchado un disco de Céline Dion. Todo lo que escribe CW sobre Céline Dion está exageradamente bien, pero con el hiperclásico ejemplo de Dion podríamos poner miles en la música popular. No me interesa el personaje pero si todo lo que está alrededor del personaje. Coda 2: Del prólogo de Nick Hornby no se puede añadir mucho, que recuerda mucho a 31 canciones. El epílogo de Manolo Martínez habla de la exploración general del mal gusto, de la infantería de los que escuchan (muchos, pocos, bastantes) y su imposibilidad para cambiar el rumbo de lo que nos venden.

lunes, 11 de abril de 2016

Real Murcia 0 - 1 UCAM C. F.

Se ha hablado mucho y escrito mucho y disparates varios sobre la derrota del Real Murcia de ayer en Nueva Condomina frente a UCAM C.F. Quizás demasiado. Se dijeron disparates varios. Desde el fondo norte superior vimos un partido de nervios. Y queda mucho. No saquemos conclusiones anticipadas por ninguno de los dos bandos. Ninguna. Estos días son raros, son como un postBando de la Huerta, con visiones de las que no queremos acordarnos y momentos de lucidez equivocada. Aceptemos la realidad y no miremos para autopistas sin destino Coda: Ayer, en la ida y en la vuelta a Nueva Condomina, no vi ni a un solo policía local de la ciudad de Murcia en las inmediaciones del estadio. Atascazo monumental. Ausencia del alcalde de la ciudad y no solo suya. Espero que en el próximo pleno alguien pida explicaciones al concejal de turno.

El catalán de Neymar Jr.

Siempre que debo, aunque no siempre puedo porque es difícil expresarse en ciertas clases, les cuento a mis alumnos la fábula del imbécil en cinco idiomas. De la idiotez del bilingüismo, el trilingüísmo, y casi todo lo que acaba de manera parecida. Con cinco estrellas rojas, y o la próxima estrella de David en el brazo, los que solo sabemos un poquito de castellano seremos aislados. Los que hemos tenido el sin perdón de leer solo libros en castellano vamos a acabar sin trabajo docente, excluidos en cárceles para monotemáticos de la lengua española. Seremos los mal vistos, cánceres de colegios e institutos, bárbaros del siglo XXI que no queremos explicar el sector terciario en Inglaterra en la lengua de Shakespeare, y la Gran Llanura Europea en merkeliano. Qué decir del caudal del Loira en lengua de Braquo, por Dios. Seremos sodomizados en prisiones por expertos graduados en Letras extranjeras al servicio del Duce italiano al servicio de la Congregación para la Doctrina de las buenas lenguas. En mitad de nuestra desesperación, hastiados por esta nueva Inquisición que solo quiere sangre fresca en la truebloodizarnos a todos, pediremos perdón: perdón por existir, perdón por no leer a Hornby en inglés, perdón por no entender del danés de Borgen, perdón por perdernos en los subtitulos de Trapped. Mientras tanto, nuestros queridos alumnos (y alumnos, que no se nos enfade la exministra de Igualdad con su sueldazo en tres idiomas), serán imbéciles en tres idiomas, tendrán sus boletines de calificaciones en varios idiomas y seguirán siendo los futuros "algo" con varios diccionarios en su nuevo teléfono móvil. Luego encenderemos la televisión y veremos a secuaces presentadores de informativos españoles hablando palabras que no entenderá ni Dios, porque no sabemos cuáles son los idiomas preferidos de Dios. ¿Sólo el latín? ¿Sólo el hebreo? ¿Sólo el árabe? Guardiola habla de catalanismo en cinco idiomas; a Luis Enrique, el sábado, le preguntaban en euskera, le traducían al catalán y el contestaba en castellano; a Neymar Jr. le invitan en su contrato (o eso dice la prensa de hoy, que no entiendo las ediciones catalanas de los periódicos deportivos estelados, perdón) a que hable catalán. No que marque 60 goles y evitar cantar fados al son de Cristiano. NO. Que hable catalán. El Apocalipsis va a llegar, pero no sabemos en que idioma. Estad preparados y con el Google translate activo. Y punto.

Hablando de letras en el Merendero Carrasco

Pero no de cualquier tipo de letras. Hablábamos sobre las letras del último disco de Triángulo de Amor Bizarro, que no son letras cualquiera. No sé, cuando pasen los meses y los años, y seguiremos escuchando en plan bucle estas canciones, si seguiremos obsesionados con ellas, si serán himnos de abril como lo son hoy. Es difícil sacar el rasero a la hora de comparar y analizar, de ver y escuchar, de beber y emborrachar(se), de aprender a golpes o aprender a martillazos, de saciarnos en la victoria o adorar la derrota. Luego saltó la publicidad, y no había ni lobo, ni hermanas, ni ojos parecidos, ni estatuas de heroína, ni jodiendas con vistas a la Alquibla Mayor. Y todo lo demás.

Una sensación...

Aritmética del poder. Números que hacen que a partir de ahora todo sea distinto. Vamos a encerrar, sin agua, comida ni puros a Sánchez, Rajoy, Rivera y Coleta Morada en una habitación: hasta que se arreglen. Perros de paja se va a quedar en un broma respecto al resultado final de esta reunión. Cuando todo es mentira hay que buscar la gran mentira. Pero una de las buenas, una que dure un par de años y nos borre los rostros que ya no queremos ver. Y si no funciona el Gran Hermano, volveremos la mirada. Y cuando no tengamos nada, perros ni paja, palabras inexpresables, jodiendas con vistas a la bahía, seguiremos en plan Bélgica, hacia la gran mentira, hacia la bola de nieve de los asesores de esos cuatro que solo piensan en ellos en primera persona del singular. En la puta primera persona del singular. Solo piensan en eso. Ombliguismo puro y duro, estirar el chicle, dar(le) hilo al panfleto político, escupir en el Manzanares o en Jarama o en el Ebro. Solo piensan en eso.

domingo, 10 de abril de 2016

Nos sigue gustando el cotilleo

El cotilleo. El chismorreo. Leer el Hola y el 10 Minutos (aunque yo soy últimamente más de Semana). Y en cuanto llega el chismorreo, somos felices. Disfrutamos. Nos sigue gustando el cotilleo. Nos lo recuerda tito Paul. Siempre. El chisme es nuestro deber cotidiano. La indisposición, aumentada por prensa amarilla (o rosa, no seamos ridículos en cuanto a la paleta de color, Hannibal), es flor de todos los días. Nada de cactus. Nada de levantar la mano a estas alturas, que las amenazas letonas ya han remitido. Como Porzingis, hay que disfrutar entre mates y palabras altisonantes. Los trastos y todo lo demás.

Entre el cordero y los michirones

Nada como entrar a un bar y que el primero que te salude sea el sepulturero y sus secuaces viendo el partido del equipo de la capital de Vizcaya. No es una premonición, es que venían después los callos, los michirones y el cordero. Había testigos. De fondo se escuchaba la narración de Sixto Miguel Serrano, y, sorteando palomas, en el parque, estábamos recordando el concierto de Richi Vicente, allá por la previa de Santo Tomás de Aquino. Pasan los meses pero todo está aquí, latente, familiarizados. Y todo lo demás.

Shade of Blue. Primera temporada

En mitad del sueño, la pesadilla de la primera temporada de Shade of Blue. Aparte de ser un show al merced del cuerpo de Jennifer Lopez sin tilde y del tito Ray Liotta, nos trae a Drea de Matteo, lo que nos lleva a Los Soprano. El problema de Shade of Blue son los lugares comunes desde el primer episodio: policías corruptos desde el primer capítulo con disparos inapropiados al más puro estilo de The Shield, escuchas al más puro estilo The Wire, FBI y pasados que se cruzan demasiadas veces. Demasiadas. Y en ese show de la productora Jennifer, vemos, en mitad de los lugares comunes, ciertos cráteres en el guión que se caen por su propio peso (y ya no venden básculas para todos). Todo reconocible, todo con aroma a otras series, todo con historicismo y refrito ajeno. Está bien eso de salir mostrando las tallas nuevas, el sostén nuevo, los pantalones nuevos y las ideas nuevas. O tal vez, no. Sirenas de coches sin destino, o con destino muerto. Nada como la muerte de un compañero del grupo para montar una serie. Originalidad a raudales. Viva la segunda década del siglo XXI. Vivan las series con finales abiertos. Vivan los expolicías drogotas en plan Low Winter Sun. Sin muelas que sacar, pero sacando balas en camas ajenas y con hospitales bien lejos. Demasiados espejos en los que reconocer(se). Y mortuorios con apellidos latinos, y peluquerías en las que caer. Veo demasiados puntos suspensivos que cualquiera con doscientas series en su retina podría cumplimentar. Y el infierno sigue lleno de buenas intenciones.

Jamal, otra vez

Puestos a hacer estadísticas, puestos a adulterar la realidad, puestos a hacer mentiras sin canciones repelentes, los estadounidenses mienten continuamente. Una de las estadísticas de los últimos segundos de los partidos de la NBA, aparte de Lebron, dice que Jamal Crawford es el que más falla en las últimas jugadas. Con un par. También el que tiene los cojones de lanzar, en un equipo con CP3, Pierce, el hijo del entrenador y todos los demás. Desconfiemos de las estadísticas, desconfiemos de la demoscópica opinión de los demás, desconfiemos de todo Cristo ahora que estamos en Pascua y Jesús ha resucitado y debemos creer en tipos como Jamal. Y todo lo demás.

sábado, 9 de abril de 2016

¿Qué aprendiste?

En mitad del partido, se cortó la señal. El hombre de negro quedó paralizado y sin tequila. Y sin ginebra. No volvió a la 502 ni a la 503 ni a la 504. Con y sin Feliz Gobernación seguimos, otro día más, con sed de champán. Chispas relax para pasar la tarde. Jodiendas con vistas ala bahía. Y su tirito de toda la vida.

viernes, 8 de abril de 2016

Todo en él funciona a vapor

En mitad de la Feliz Gobernación, sin mandarines, ni mandarinas, ni naranjas, ni payasos en mitad de la lavadora, fotografías de enciclopedias nos enseñan donde debemos estar. En mitad de la Feliz Gobernación, sin naranjitos ni capullos de flor en mano, el sueño se desvanece. En mitad de la Feliz Gobernación, a dos meses y dieciocho días, el paripé y la tomadura de pelo ya son incontenibles. En mitad de la Feliz Gobernación, no hubo sino un recordatorio para ti: olvidar las palomitas y los relojes, olvidar El viejo y el mar en un autobús a ninguna parte. En mitad de la Feliz Gobernación, sin David Foster Wallace que resucitar, perdimos el norte, perdimos latitudes (casi) olvidadas. En mitad de la Feliz Gobernación, no veo sirenas ni minutos de sed de champán. En mitad de la Feliz Gobernación, no hay llamadas perdidas, ni Natasha K. a la que encontrar en pesadillas. En mitad de la Feliz Gobernación, por no tener no tenemos ni Música de mierda, ni ensayos canadienses sobre los que especular en mitad de la sobriedad. En mitad de la Feliz Gobernación, solo con segundos en el contador sin Pinto ni Rivas ni partidos de Tania independiente, la mentira se hizo realidad. Y todo lo demás.

Montoro nos llama

jueves, 7 de abril de 2016

miércoles, 6 de abril de 2016

¿Seguimos en las mismas?

Menudo espectáculo. Otra vez el Congreso de los Diputados convertido en algo indeterminado y grotesco, zoo sin Carnivale y freaks autorizados (con y sin traje y corbata). Utópico entender algo. Viva Tomas Moro!!!

Batallas perdidas

Siempre la derrota es lo que toca. No toca el cupón prociegos. Ya no utilizamos la expresión prociegos, no sé el motivo. Estamos perdiendo, en mitad del colegio mandarín (tampoco utilizamos escuela) las buenas y malas costumbres. Las mejores costumbres son las malas: los reclutas de todas las tardes, los quintos de todas las tardes, los gintonics de todas las tardes y la expresión cupón prociegos. No. Y está claro, los ciegos son una minoría de los vendedores de cupones prociegos. Todo es un perfil, un barniz para pasar la tarde sin recurrir a las buenas costumbres y a las expresiones comúnmente utilizadas hasta el refrito historicista que nos (des)gobierna y nos inculturiza con LOMCE y sin LOMCE, con historias que no llegan a ninguna Roma, ni a Cartago ni a la Fenicia de todos los días, con o sin libros. O tal vez, sí.

El número uno

Hablaba ayer Marta Echeverría sobre números unos, tres, y listas varias. Hay días que una definición sobra. Una sola. Sin aspavientos, ni vientos, ni aspas, ni molinos de agua, ni molinos de viento, ni Quijotes sin Sancho, ni Rocinantes de apuestas en la QH. En la poltrona del éxito, todo es distinto. Desde el chaflán de la derrota, recogidos bajo el viento, siempre es la misma mentira. Y no queda otra que resistir, seguir viendo los toros por Canal+Toros, nada de barreras. Y todo lo demás.

martes, 5 de abril de 2016

¿Qué cielos has tocado?

Ninguno. Creemos, durante ciertas etapas de la vida, que hemos tocado el cielo. O los cielos, en plural, que es aún más grave. Los putos cielos, ni más ni menos en operación matemática a la altura de tercero de la ESO. Y sí, mentimos, porque todo es mentira, porque vivimos entre limbos que no existen para los jeques vaticanos antimacris y buscando infiernos en los que encontrar la nueva residencia catastral. Y a partir de ahí, solo toca repartir. De lo lindo. Aguantar y repartir, y lo que venga del cielo, del limbo o de las entrañas del infierno, da igual. Que venga.

lunes, 4 de abril de 2016

Stan Lee's Lucky Man

No es fácil de entender al principio Stan Lee's Lucky Man. Todo parece un chiste, pero no es un chiste. Todo es mentira, pero con brazalete de la suerte incluído. Todo los reflejos, las perspectivas del Londres de la actualidad, todo mentira. Una y otra vez: las deudas, las mafia del juego, la lucha a muerte, el cambio de cromos de vida por vida, madre por hijo, hermano por madre, cárcel por cárcel, corbata por coche. Todo es una apuesta en la que siempre salimos perdiendo. Siempre quejándonos por algo que nunca llega. Y cuando llega la suerte, puede alterarse: buena, mala, mala buena. Siempre sostengo la teoría de que después de algo muy bueno, o bueno, o relativamente bueno, o semibueno, llega algo malo, muy malo, relativamente malo, semimalo. Vaya usted a saber el límite: todo es como un plato bien presentado, preciosismo que esconde vaya usted a saber qué. Y al final, en la capítulo 10, empezamos a entender. Y Stan Lee's Lucky Man es una historia de pérdidas: perdemos lo que tenemos y lo que nunca tendremos. Y todo lo demás.

Zenda para todos

Habrá que escapar, como Casanova de Los Plomos. O donde sea, digo yo. Pero Rajoylandia sigue siendo chisteambulatismo. Y todo lo demás.

Trapped. Primera temporada

No tenía ni idea de esta joya hasta que habló en su blog de ella Lorenzo Mejino. Viva Islanida, hay que decir a partir de ahora. Lorenzo hay un buen resumen en su blog de lo que nos encontramos en la serie. Hay que destacar la dureza del ambiente, con tormentas de nieve, viento y jodiendas con vistas al fiordo. Y mantiene muy bien la intensidad hasta el final, hasta el último capítulo. Andri, un policía de un pueblo somnoliento olvidado de todo menos del frío, tiene que hacer frente a demonios propios y ajenos, a asesinatos y africanas escapadas de un barco, a mafiosillos lituanos y a propios, al interés corporativo y a los problemas familiares. Una serie de las que cuando acaban, no sabes si esperar una segunda temporada o que lo dejen ahí, porque aunque esté muy bien hecha el resquemor y la amargura que dejan es grande. También grande el papel de los numerosos secundarios: familiares con demasiados demonios, ricachones que con la crisis del 2008 vendieron su alma al mejor postor, policías con demasiado ojo, convecinos con telescopios de información, niños con padres ausentes, piscinas que llenar los días de alcohol y esposas que desean la mujer del marido. Frío, dolor, entendimiento y todo lo demás en esta primera temporada de Trapped.

domingo, 3 de abril de 2016

Para no volver jamás

Que dice Obama que no quiere reunir(se) con tipos en funciones, sin funcionar, que están esperando funcionar a salto de mata durante meses y años. Normal. Somos considerados el culo del mundo, con un déficit sangrante. Prefiere ir a Cuba antes que pasar un rato con un chiste ambulante.

Estoy mayor para estos triunfos

Ayer se cumplían años de los 7 calvos dorados y brillantes que recibió la película El Golpe. Después del robo de Vitoria, ayer, un tipo de verde quiso cumplir con otro robo, pero no fue así. Y yo estoy mayor para estos triunfos y gritar solo en casa. Y todo lo demás. Coda: ¿A alguien que de verdad le gusta el fútbol le importaba ayer la pantomima del entierro sardinero? Lo dicho, como escupir en el mar.

sábado, 2 de abril de 2016

El show del Buesa Arena

El de ayer 1 de abril de 2016 no fue un partido cualquiera entre el Caja Laboral y el Real Madrid. Es uno de esos partidos que se te quedan en la retina: el show de Mike James, los minutos del Chacho, los buenos minutos de Llull, la actuación del griego que no le valía a Laso, la lectura de Hanga, la lesión del Chapu, los errores en el banquillo (otra vez de Laso), el desacierto en los tiros libres, las faltas infantiles de Ayón, la infrautilización de Carroll... Podríamos hablar de miles de detalles, e, incluso, del descarado arbitraje a favor de los alaveses. Pero pese al trío maligno, el Real Madrid de Laso volvió a desaprovechar una gran ventaja, recordando, otra vez, la final de Euroliga perdida antes Spanoulis y sus secuaces. ¿No se toman decisiones defensivas cuándo Mike James mete triple tras triple? ¿No se puede utilizar un recurso como la zona? No siempre existen los triples milagrosos de Llull. ¿No había un plan b para la defensa de la última jugada? Demasiados claroscuros, y no siempre se puede culpar a las lesiones. Tendrán que hacérselo ver al señor Laso. Otra vez.

viernes, 1 de abril de 2016

Siempre a la deriva

Revisionando derivas, con y sin barcas, con y sin gobierno en funciones. Todo sigue siendo mentira en mitad de enorme mentira. Billetes de mortadelo para todos.