domingo, 31 de julio de 2016

Umbre. Primera temporada

Gracias a Lorenzo Mejino conocí la existencia de esta producción HBO en Europa, más concretamente en Rumanía. Cuando digo Ceacescu en clase, o lo escribía en la pizarra cuando usaba tiza, los jovenzuelos se quedaban perplejos. ¿De qué escribe? ¿De qué habla? Ahora hablamos de Rumanía como primer mundo. O eso creemos. Hay que ver Umbre para sacar conclusiones, para pensar si todo ha cambiado o se ha quitado el barniz comunista y la mafia sigue existiendo. Siempre existió, ahora existe y todos quieren ser un mañana en plan Belize. O no. Y el problema de la primera temporada de Umbre es que refleja muy bien lo que nos pasa. Es evidente que podemos elegir, pero no siempre lo que ocurre lo elegimos nosotros. Tomamos caminos que luego tienen cruces. Tomamos decisiones con consecuencias imprevisibles. Tomamos sueños que acaban en pesadillas. Los días bonitos acaban con cañerías repletas de sangre y bridas en torno a las manos. Las cartas, marcadas o no, pueden volver(se) en nuestra cuenta. Y el dinero lo jode todo. ¿De verdad que no podemos vivir sin (más) dinero? ¿De verdad? Todo es mentira. Siempre. Y siempre salimos perdiendo. Y todo lo demás. Coda: Y con los alumnos futboleros, cuando hablas de Hagi, pues tampoco. Y dices Galca, y te miran raro. Y recuerdas el mundial de Estados Unidos, y todo es recuerdo borroso.

El último himno de julio

Para apaciguar planetas, para buscar nuevas excusas, para renovar el frío antes de agosto, para escuchar versiones que hacen pensar.

Section Zero. Primera temporada

Imaginando algo postapocalíptico, en un mundo oscuro de lluvia, tatuajes, droga y caviar, el comienzo de Section Zero te lleva a una especie de Mad Max gabacho. Algo agotador pero que hay que ver y sufrir. Para comedias ya tenemos el Congreso de los Diputados en España. Demasiado dolor en el primer capítulo, pero dolor bien hecho. Cuando vuelva a ver el primer capítulo tendré que contar los coches abandonados que aparecen. Y el Edén, en su versión paradisíaca es una prisión con nombres y apellidos en el que volver a sufrir. Y escombros, más escombros y personajes llenos de mierda y escombros. Como Braquo pero postapocalíptico. Y como dice un ruso de la serie, en el mar de la mentira solo nadan peces muertos. Entierros, duelos, mentiras, política, suburbios, dolor y dolor. Control multinacional que aterra, arrincona, mata, sodomiza. Judas de escombrera, dolor anillístico. Y siguiendo con proverbios rusos, en las tinieblas no hay lugar para la belleza. No hay. La élite contra la chusma. Como siempre, el elitismo utiliza el terror para dominar el mundo. Otra vez. Y entre Reguerón radiactivo y Segura radiactivo, entre poison rain y poison rain, alegría de la huerta y alegría del estercolero entre chistes africanos sobre blancos con tiempo y sin tiempo. Y ya se sabe que muchos policías, varios de ellos exalumnos míos, se jactan se ser policías disfrazados de proxenetas. ¿O era al revés? Gran personaje el del policía exproneta. Es lo bueno que tiene la mierda nocturna, que enseña como las cicatrices, como las putas con un disparo en la frente. Esta primera temporada de Section Zero parece cualquier paisaje de la Siria actual, mezclando lavadoras por el suelo, alambradas al viento, meódromos en mitad de la nada, bares de distracción, pasadizos a ninguna parte. Maderas, ratas, serpientes, muerte. Por ese orden o por el que quieras. Miedo y pena, miedo y deber, pena y deber. Por ese orden o por el que quieras, como si no repitieras frases en tu vida. Y, como bien dicen Section Zero es la herida que Dios diseñó y que nos hace perder la fe sin tilde en Dios. Pero con fe y sin fe, con acento y sin acento de la fe, estamos perdidos. No hay solución. Solo las balas y la venganza pueden salvarnos de acabar en una celda o en un cementerio. Y muchos puntos suspensivos al final. Demasiados. Coda: Al final, los malos son los que dejan las frases lapidarias, las citas más elegantes, las mierdas con mejor olor. Coda 2: -¿Desde cuándo piensan los negros? -Desde que hay blancos como nosotros lamiéndoles el culo.

sábado, 30 de julio de 2016

El penúltimo himno de Julio

Si fuéramos dioses, hechos por mentes vegetales e intronautas, llovería siempre. Pero como no somos dioses, ni semidioses, ni héroes, simples peones de una partida de ajedrez contra uno mismo, payeses sin remensa que pagan con sus madrugones las pensiones de ministros y exministros, de presidentes y expresidentes, de chusma y gentuza, tenemos que consolarnos en este julio esquimal con himnos. Y este himno es el penúltimo, que mañana no hay que madrugar (de momento). Adiós y a misa, ateos. Y todo lo demás.

viernes, 29 de julio de 2016

Lo peor de todo

Empieza Ray Loriga a hablar de crucifijos hechos con pinzas de madera y barnizados en el primer párrafo de Lo peor de todo. Casi nada. Todavía recuerdo el buen sabor de retina que me dejó Za Za, Emperador de Ibiza. Es lo malo de las comparaciones. ¿Cómo comparar libro con décadas de diferencia? Es totalmente injusto, pero es lo que hay. Viva la injusticia y todo lo demás. Recuerdos de colegios, recuerdos de robos, recuerdos de películas con gente muerta. Recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, recuerdos de pelotas de golf, recuerdos de dolores sin dolor. Detalles que aburren, en plan Ray Loriga. ¿Perder Vietnam no era una fiesta? ¿Por qué? Ahora que después del 26 de Junio de 2016 llevamos tres semanas sin que nadie hable de Venezuela, llega a mis manos Lo peor de todo y Ray Loriga escribe recordando Venezuela, y Puerto Rico, y vino, y cerveza, y ron de caña. Intentos de suicidio que no siempre triunfan, aunque siempre recordamos al Maestro de Gramática y sus palabras sobre el suicidio. Siempre recordamos Espejos de una biblioteca, como cuando cojo al azar uno de sus artículos y lo leo en clase de la ESO y nadie lo entiende y da igual que sea en tercero o en cuarto. Y en muchos segundos de Bachillerato, tampoco. Eso si que es lo peor, que no entiendan un artículo de don José Perona. Pero es lo que tenemos, lo que vendrá y lo peor de todo. De casi todo. Bueno, hablar de Venezuela en tiempo de elecciones tampoco apasiona. O hablar de Venezuela en un pleno del ayuntamiento de Cartagena después de unas elecciones, tampoco. ¿Por qué los niños de ahora no recuerdan a Hugo Sánchez y sus volteretas? ¿Y a Butragueño? ¿Nadie se acuerda del modo en que ese ángel llamado Butragueño se paraba en el aire? ¿Y del partido contra Dinamarca en Méjico como diría el profesor Andreo? ¿Es un accidente lo que nos pasa o estamos un paso por debajo de todo? ¿Y qué decir de los profesores? ¿De verdad que no son buena gente? ¿Son los profesores un mal necesario? ¿Qué tipo de mal? ¿Mal plan Ébola o mal viruela medieval? ¿Buscamos el término medio de la maldad de un profesor? Y como si de un geniecillo de la música clásica se tratara, hay familiares del protagonista que entran en manicomios (y todos sabemos que cantidad de mierda, orina y distintas sustancias tienen los putos suelos de los putos manicomios). Después de terminar La edad media y empezar Canciones de amor a quemarropa, tanta inicial de tanto nombre me vuelve un poco loco. Disperso. Y la peligrosidad de los jefes del trabajo, la peligrosidad de ciertos curas, la peligrosidad de las sectas, la peligrosidad de los tejados. ¿Y qué no es pecado y peligroso? Y el personal haciendo el chorra en la piscina de turno, meando, babeando, haciendo el gilipollas en bañador, preguntando cosas que no vienen a cuento. No sé que balance hago exactamente de Lo peor de todo, creo que tendré una concepción después de un tiempo. Y las esperas en los hospitales, y los rezos en los hospitales, y los divorcios dentro y fuera de los hospitales y la gente que se divorcia dentro y fuera de los hospitales, y las personas que se suicidan porque no superan los divorcios dentro y fuera de los hospitales. Es difícil a veces la realidad, y, a veces, leer duele porque es real, porque no pone metáforas a lo que pasa habitualmente, a lo que pasa cada día en el que nos levantamos de una cama sin motivo aparente. Y el boxeo de madrugada. Y el espíritu de Steve McQueen, que no falte en nuestras vidas. ¿Cómo podemos vivir sin Steve McQueen? ¿Cómo podemos olvidar sus actuaciones? Y trabajos de mierda, uno detrás de otro. Y hospitales de mierda, uno detrás de otro. Y desear matar a alguien, y no conseguirlo y llamar por teléfono sin motivo aparente. Y todo lo demás.

miércoles, 27 de julio de 2016

Hannibal. Tercera temporada.

Y Europa se hizo carne en la tercera temporada de Hannibal. París, Florencia y las tripas que hagan falta. Hasta el gran Don Pietro Savastano, que en paz descanse por tierras napolitanas, se sumó a la cita florentina. Por supuesto, con la ayuda de cámara sculliana, Florencia es el lugar perfecto para un gran sibarita, para un tipo de paladar fino y gusto único como Hannibal Lecter. ¿Podemos vivir sin Hannibal Lecter en nuestras retinas? ¿Vamos a saborear los platos aunque no los prepare José Andrés como lo hizo Hannibal Lecter en esta ficción televisiva? Creo que no, aunque habrá que probar esos riñones y esos hígados aunque eso suponga ponerle los cuernos a los que me prepara Isabel Ruiz. Pero todo lo bueno se acaba y el pasado vuelve al presente y se acaban los conciertos en Florencia y eres vendido. Pero siempre hay redención. Siempre hay buenos samaritanos que, haciéndote el loco, te salvan la vida y te invitan a vino en su encierro particular. No todo es mentira. No todo es un feto en una cerda. No todo es una marca de ganado en la espalda. No todo es un mordisco en la cara. No todo es una cicatriz en la frente. No todo es una francotiradora que da miedo. No todo es un bastón en el que apoyarse. No todo es ahogamiento y bañeril. No todo. No. Como nos recordó en más de un artículo el gran Pérez-Reverte, hay que tener siempre presente la cuchara del diablo. Y las llaves. Muy importante la venganza, las llaves, las personas que cumplen sus promesas aunque sus promesas sean dolorosas. Hay que cumplirlas. Siempre. Y si no las cumples, verás un dedo acusador. Acusándote, por supuesto. También hay personas que sufren por la indignidad: te acostumbras al caviar y pensar en volver al chopped es una gran indignidad. Mejor no comer que comer chopped. Y quien dice indignidad no se refiere solo a comida. ¿Qué sería de nosotros sin nuestros libros? ¿Qué sería de nosotros sin poder comprar los libros de nuestra lista? ¿Qué sería de nosotros sin poder leer los libros de nuestra lista? ¿Qué sería de nosotros sin las relecturas de los libros de nuestra biblioteca? Y quien dice libros, dice nuestro cuarto de baño, nuestro aseo, nuestro lavabo. Eso sí que es importante. Perder eso si es indignidad. Pero en mitad de la indignidad, es mejor que mueran todos y salvar(te), salvar(nos), ser Salva(dor). O tal vez, no. Tal vez la indignidad sea solo física y solo tengamos miedo de la compañía de los muertos. Simplemente tenemos miedo de llegar antes de tiempo a la avenida de los cipreses, ese lugar donde en verano se huele tan bien. Tan perfectamente bien. Nada como un cementerio de dolor, sea en Florencia o en un bosque de Wisconsin, o en el viento de Chicago, o en el suelo del Chamones. Y en mitad de esa tormenta, hay afinidad por nuestras familias, sea buena o infernal. Es la nuestra. Es nuestra sangre, aunque nosotros la hagamos sangrar. Es nuestra familia y al final solo queda sinceridad. Que invento de mierda la sinceridad, al final solo nos mete en líos. No hay que avergonzar(se) de lo que uno es. Nunca. Hay que tener principios. Locura e indignidad, dolor y familia, jodiendas con vistas a un tipo sin labios. O a varios tipos sin labios. Y comer labios. Y si hay que comprender, es difícil comprender cuando te escupen en la cara, o cuando escupes en mitad del Mar Menor. Sirven de poco las dos cosas. ¿Compasión cuando eres mayor de edad? Cada uno, a su edad, sigue teniendo el diablo que se merece. El que siempre se merece. Te pueden poner un apodo degradante, pero te lo pondrán, y no tendrás más remedio que apechugar. Y preguntar(te), con el Nuevo Testamento en la mano, antes de que la cabeza llegue a la bandeja de plata, si San Juan Bautista reconoció realmente a los que le sucedieran. El calor y las interpretaciones del testamento más nuevo. Y vivan los dibujos, los grabados, lo irreconocible y lo insano de El Bosco, y de Blake, y de todos los demás, Dante incluido. Toda mentira es una verdad de humno. Mejor no preguntar si no quieres saber una verdad que duela, que duela de verdad. Y a las tazas rotas, las de esta temporada, las de la segunda, las primerizas, siempre las siguen los copas de vermú. También rotas, también canibalismo de cristal, también asesinato de cristal, también cebollas de cristal. Si siguiéramos nuestros más bajos instintos, y con el gusto a riñones e hígados en el gaznate, todos seríamos asesinos de cristal y caníbales de cristal. Siempre. Seguiríamos con la mentira de todos los días, con los tratamientos que no solucionan nada, con esa alquimia que no vale para nada, solo mentiras para intentar saciar el resentimiento y el dolor. ¿Alcanzar el Infierno? No nos hace falta Dante para eso, ya lo teníamos desde que éramos conscientes de que ningún mecenas vendría a salvar(nos).

martes, 26 de julio de 2016

Todavía no huele mal

Habrá que buscar ese sitio. Al que todavía no ha llegado el hedor de la humanidad. ¿Ángeles? ¿Canción? ¿Listos? ¿Fiesta? Habrá que buscar ese lugar perfecto, aunque se tarde. Y todo lo demás.

¿Te están utilizando?

Canciones para consumir productos llegados de la tierra de Teresita Mendoza, para estar en casas ajenas, para jugar a juegos que son peligrosos y para hechos que cambian tu vida. Pero el chantaje y el canto nervioso de los loros, de los pájaros de colores, de la bazofia de mal vino, no. Todo tiene su límite.

lunes, 25 de julio de 2016

Otro cuento sin terminar

Imaginando, en la expedición de los 1000, con la camiseta del Real Murcia antes de Chavero, y acabar con casi todo. Todo es un sueño, otro cuento sin terminar. Conquistas sin éxito en mitad de la ruina. ¿De qué sirven los triunfos parciales? Rastrillos para guardar en un cajón. Alguien puede decir que esa unificación fue un fracaso. Casi todos. Pesadilla en vez de sueño, cuento convertido en sonetillo sin rima ni gracia. Sombras en mitad de una Rumanía peligrosa, más o menos. Veremos si el paralítico no era tan paralítico. Nunca se sabe. Veremos como acaba el cuentecillo.

Syllabus Errorum

Como el Liberalismo era pecado para Pío IX en su encíclica Syllabus Errorum, cualquier cosa es pecado. Votar a Ciudadanos, pecado. Inflart(te) a berenjena a la plancha, pecado. Podemos hacer una lista, sin Michael Ende, casi interminable. ¿Por qué no existe una palabra concreta para "casi interminable? Votar a Podemos, pecado. Eso seguro que es pecado. Votar al PSOE, pecado. De los del PACMA no habla, que supongo que no se habrán recuperado después de la representación que obtuvieron en las últimas elecciones. Visitar al peluquero de Rajoy, o a la de Cospedal (¿a qué viene ese pelo corto), supondría una penitencia máxima. Encerrar(te) un verano para ver todas las temporadas de True Blood y de Hijos de la Anarquía del tirón, pecado de los más graves. El problema de Syllabus Errorum es actual. Pensamos que cualquier cosa, cualquier letra, cualquier separación, cualquier unión, es pecado. Y cada uno lleva implícito una serie de explosiones vitales a las que hacer frente (otro día hablaremos de las explosiones de Braindead, de Trump, de Clinton, y de los pecados de los norteamericanos, que no son tan pecados como los de Europa Occidental, o son pecados de otro calibre). Lo que hizo la becaria de Bill Clinton supera la estimación pecaminosa, habría que crear otra escala, ya que hasta Richter se queda corta para esas mierdas. Todo es mentira, todo es pecado, todo es superficial.

domingo, 24 de julio de 2016

¿Para cuándo recuperar Treme?

Antes o después, para ayer, para un Sunday morning call versión Manchester. O siempre es bueno recuperar Treme.

Otro sábado sin ir a Hémeros

Otro más. Como todos. ¿Por qué nunca fuimos? ¿Tan por encima del hombro mirábamos? ¿No nos dábamos cuenta que éramos lo peor de todo? Solo nos queda aplicar, después de mucha manteca colorá, una ración triple de resignación cristiana antes del día de Santiago. Cierra España, cierran los bares, cierran las teterías, cierran lo cerrado gracias a nuestros políticos que simplemente piensan en sus puestos gracias a nuestros impuestos.

sábado, 23 de julio de 2016

Volver a estudiar

Después de muchos meses vuelvo a estudiar. 23 de julio. Casi nada. He escrito en una misma frase mastienos, bastetanos, libiofenicios, edetanos, ilergavones e ilergetes. Eso sin que nadie me obligue. He escrito y estudiado un tema al azar para empezar. El tema 24. La península Ibérica hasta la dominación romana. Estoy más perdido que Naz en The Night Of. Perdidísimo. Sin brújula. Me duele la espalda de estar tres horas escribiendo. No. No estaba en un puto andamio, estaba escuchando una lista aleatoria de música indeterminada. Sonó curiosamente, Into Dust, y volví a escucharla por quinta vez estas dos últimas semanas. Y luego escuché Estos últimos días, otra vez. Viva la industria del pescado. Viva la industria del curtido. He olvidado que tengo que releer Las pirañas. Hoy tenía escrito en el calendario del teléfono que debía empezar la relectura de Las pirañas. ¿Cómo he olvidado que tenía que volver a disfrutar con Las pirañas? ¿Contradicción pirañas y disfrutar?¿Estoy condenado? ¿Tengo perdón de Dios? Ahora ya no somos licenciados en bobería, simplemente graduados. Nos han devaluado al alcohol de las farmacias. Graduados. Pero podemos ser imbéciles, frailes enclaustrados, con cinco carreras y sabiendo ocho idiomas. Podemos ser traidores de nosotros mismos subidos en la poltrona de la felicidad, diciendo a todo que sí, engañando al del espejo sucio que vemos por las mañanas. Podemos creer que somos dandys. Podemos creernos que somos un cantante que más gruppies que estrellas hay en el cielo de Júpiter. Enfermizas costumbres antes de las bebidas con burbujas. Pero siempre nos queda algún himno que nos salva. O, tal vez, no. Coda: Pero como el infierno es una cosa muy personal, algo familiar para los que vamos a misa y no encontramos alfa ni omega ni Skoda, he escrito en la frase siguiente a la de los mastienos, bastetanos, liobefinicios, edteanos, ilergavones e ilergetes a los siguientes pueblos de celtíberos: berones (los lanceros riojanos), várdulos, autrigones, túrmogos, titos, belos, lusones, pelendones, arevacos y un montón de palabras más. Lo dicho, vaya tribus, y vaya suciedad.

¿Ray Donovan en un karaoke?

Como en la ficción todo es posible, nos hemos encontrado, entre golpe y golpe, a Ray Donovan en un karaoke dándole a las cuerdas vocales con una de Bob Seger. Grandes los guionistas, grande Ray Donovan, grandes sus secuaces.

viernes, 22 de julio de 2016

¿Siguen siendo todos los días iguales?

Entre el mal vino de algunos, con la mugre pegada al corazón, con afecto de recias zurcidas, denigrantes hijos de poetas olvidados nos llevan al caos. Y, tal vez, sigan siendo todos los días iguales.

Recuperando la jerga

jueves, 21 de julio de 2016

Escucha esto

Cortesía de Carlota e Israel llegó a mis manos Escucha esto de Alex Ross. Empieza el señor Ross su prólogo diciendo que no es especialmente difícil escribir sobre música. Habría que preguntarle si comparándolo con otras materias es o no especialmente difícil. ¿Es difícil escribir sobre la zona cuatro y uno que le hizo Aíto con su Barcelona al Real Madrid de Petrovic después de que solo la hubiera utilizado el Peñas Huesca? ¿Es difícil escribir sobre la Guerra Civil Española sin caer en ideas preconcebidas y diez millones de veces repetidas? Sería difícil, especialmente difícil, llegar a un acuerdo. Y la crítica musical es un universo aparte, un ejercicio de ombliguismo de parangón inigualable (el jardín del indie y su crítica en España es un ejemplo). Y los músicos, del trono al potro de tortura y de la plata a la mierda. Y parte el señor Ross de la etiqueta "odio la música clásica". El factor de las etiquetas hace que escuchemos o dejemos de escuchar demasiada música. "Odio", "no me gusta" y "me aburre" son etiquetas repetitivas en las que caemos con demasiada frecuencia para mal o para mal. El diablo está encajonado y cuando sale a la luz de la etiqueta, asusta. ¿Cómo expresar la pasión con la música clásica? ¿Pero en su día no era la "clásica" la música popular? Dice AR que no escuchar música implica ser civilizado (ni falta que hace, habría que añadir). He visto a bestias de Primero de la ESO pasar de la locura y el grito al silencio al ver como su compañera recién llegada de Rumanía, sin saber una palabra de español, se ponía a tocar el piano en una guardia y apaciguar a las fieras y sus hormonas disparadas a mil revoluciones por minuto (eso si que es civilizar a los inferiores). ¿Puede la música conseguir que tengamos una nueva personalidad? Puede conseguir casi cualquier cosa. ¿Ególatras o esnobs los Maestros? Antes o después, maestros, aprendices, supervisores, coordinadores o esclavos, da igual, hablan de ellos en tercera persona. Con un par. Y la fetichización, y la idealización (mal)entendida, y los vicios a los que nos acostumbramos en do menor. ¿Y es posible una música para todos? ¿Puede un tipo absolutamente lerdo emocionarse hasta la extenuación con grandes obras del XVIII y el XIX o hay que tener una base previa? Todo eso son jodiendas con vistas a la batuta, no nos engañemos. Y es cierto que Historia con mayúsculas y música no pueden ir aisladas: desde Wagner y su postura con los judíos a la financiación de orquestas durante la Guerra Fría por parte de fundaciones conservadoras (AR pone el ejemplo de la fundación Ford) para desbancar/aislar/desprestigiar culturalmente a los rusos desde la perspectiva de la "música clásica". Y fue llegar los 4 de Liverpool, y el veleta de Dylan, y desplazar a la "clásica" a las ventas del jazz, a lo residual, a lo viejo, a lo canoso. Y la vanguardia se retroalimenta de los clásicos, sea en el estilo que fuera. ¿Qué pensará Jack White de lo que hacen miles de alemanes borrachos mientras destrozan el Seven Nation Army mientras ven un partido de la segunda división del balonmano en Baviera? ¿Qué pensará el amigo Casablancas cuando el Last Nite es utilizado en informativos de televisión mientras ponen imágenes del hundimiento de la economía griega? Y de lo que deja constancia AR es que se puede adorar y venerar la "clásica" sin sentir odio por las ventajas del presente. Y nunca en clase, ni el profesor Chacón, ni ningún otro de Historia Moderna, nos hizo referencia alguna a la Chacona de Arañés, que era más importante el cierre sociocultural y las relaciones feudovasalláticas. Y el lamento de la siguiriyas o seguiriyas flamencas, poniendo énfasis en el dolor y todo lo malo que hay y que está por llegar. Y el papel de Reforma y Contrarreforma en la formación de nuevas estructuras musicales, más abierta a un "público general", en su mayoría iletrado. Y el papel de las modas, pantalón campana sí, pantalón campana no, polifonía sí, polifonía no. Y los manieristas madrigales preoperísticos. Sumando y sumando, sin calculadoras a la vista, que entonces si que funcionaban los cerebros. ¿Meter de lleno la cabeza en la música triste para escapar de todo lo demás? Sí, lo entiendo, hace seiscientos años y ahora. Y si había que llorar laud en mano, pues se lloraba. O lo que hiciera falta. Y óperas, desde 1598, han sonado muchas. Y sonarán, como debe ser (aquellos Medicis trajeron aquellas músicas entre envenenamientos fraternales y créditos a un buen interés). Nada como disfrazar la dictadura con tintes republicanos (lo mismo de ahora, pero sin miramientos). Y si hay que despreocuparse, nos despreocupamos con el ostinato de Zefiro (o como se diga). ¿De verdad nos llegan señales en morse desde el olvido como dice AR? Y entonces suena la guitarra de Andrés Segovia con la Ciaccona de Bach y se para el mundo, y, si hace falta, los White Stripes. ¿De verdad escribió Bach que la música fue ordenada por el espíritu de Dios por medio de David? Y claro, Bach la palmó, y como dice AR, el invento de lo que (mal) llamaron Barroco [vivan las perlas], lo hizo con él en torno al 1750. Es difícil leer la palabra ostinato si vas sobrio, la verdad. Y las arcaicas repeticiones de finales del XIX, una y otra vez, al más puro estilo El la oscuro de la fuerza que hicieron Los Planetas en aquel artefacto químico-sonoro que se llamó Los Planetas se disuelven para la revista Cáñamo. Pero no cojamos el desvío, que gracias a 2001 conocimos a Ligeti. Otra cosa, otro asunto, es que nos apasione (o no) Ligeti. ¿Semejanzas entre la música zíngara de Europa oriental y el flamenco andaluz? Ahora sí que estoy perdido en la traducción. O tal vez, no. Y deleitar(se) con el Crucifixus de Bach mientras te acabas un gintonic en la penunmbra de la soledad de tu habitación. Y el bucle de Ligeti sigue con su Musica Ricercata, una y otra vez, una y mil veces, dale que te pego. Y llega el otoño a Varsovia, y no podemos quedarnos ausentes. Nunca. Y en la misma página, el amigo Alex Ross pasa de Ligeti a Skip James, de lo clásico a lo bluesístico (o como se diga). Y si el diablo se llevó a tu mujer sería por algo, amigo Skip James (¿para qué le enseñara algo al diablo?).Y Duke Elington en Reminiscing in Tempo, llevando el lamento a la ambrosía musical. Y Sinatra en Angel Eyes, pasando de la tortura al infierno, de la infelicidad al desmadre más absoluto. Para sufrir y llorar también está la música. Y en los sesentas vuelve a triunfar, como indica Alex Ross, el bajo del lamento, reconocible en himnos como Michelle de los 4 de Liverpool (el moñas de Paul, a lo suyo). Y valorar en su justa medida a Led Zeppelin, infravalorados por cierta "crítica" musical por su ruido. Aturdidos y confusos, siempre. Y si hace falta alargar la confusión por otros treinta minutos, pues se alarga. Lo que haga falta. Habla Alex Ross de la música como arte sin rostro, como algo intangible. ¿Debe ser necesariamente tangible la música? ¿O únicamente debe emocionarnos sin un sustento físico? Y al igual que con el desarrollo de las máquinas, las compañías de discos ya no son lo que eran: el dinero está en los conciertos, todo es un chiste ambulante, hay que alargar el negocio como sea, hay que estirar el chicle de boca, hay que darle hilo a la cometa para estrechar los mares del barcenístico negocio que se montaron las discográficas. Tal que así. Y los recuerdos que tenemos de los conciertos en los que estuvimos, y en las grabaciones de los mismos, propias y ajenas, privadas y públicas. Todo es matizable, todo es cuestionable, todo es mentira. Y en otro de esos saltos del libro, pasa el señor Ross, a hablar de Mozart, al que un amiguete definió como "tan hipersensible como la pólvora". Y quedar(te) en Suabia cuando lees que Mozart escribió algo titulado Chúpame el culo. De traca. ¿No podía ser ególatra Mozart? ¿Qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar? Pues estar viviendo la existencia con todo lujo. Y mucho más. ¿Niño eterno? ¿Holgazán insolente? ¿Qué no se ha escrito sobre Mozart desde la envidia? ¿Podemos fiarnos de un biógrafo? ¿Idiota genial? ¿Qué tiene de malo que muchas de sus primeras obras fueran corregidas por su padre Leopold? ¿Y esa sinfonía 25? ¿Algo que decir por parte de sus detractores? ¿Y del concierto para piano número 9? ¿Algo más que decir? ¿Andantes mágicos no son suficientes? De traca. Alegría para los oídos. ¿Cómo hay tipos que cuestionan su talento? Y de Mozart, el amigo Ross salta a... Radiohead. Casi nada. Con un par. Escribe Alex Ross que Radiohead cogió en 1997 una "oleada de ansiedad generacional". Y los sitúa, con su variedad temporal, a la altura de R.E.M y de Talking Heads. No sé yo si la comparación es buena, como casi cualquier comparación. Recuerdo que en el curso 2006-2007 le pregunté a Josh, un alumno de cuarto de la ESO que vivía aislado de sus compañeros, sobre el significado de Creep. Un tipo gordo del que se reía todo Cristo y se dejaba los exámenes en blanco, me dio una puta conferencia sobre el significado de Creep y sobre Radiohead. Me quedé casi tan zanahorio como Yorke. Y me habló de Karma Police y de como llevaba su madre la viudedad y cómo lo pasaba de mal su hermano ejerciendo de policía en territorio Brexit. Todo por preguntar por Creep. Y mira que yo soy más de Karma Police, pero me dio por preguntar por Creep. Me acuerdo de las palabras de Josh porque Ross escribe en Escucha esto que "Radiohead son un imán par los inadaptados". Josh e inadaptación. Cuadratura del círculo. ¿Y dedicarle No surprises a George W. Bush en un concierto? Los tienen blindados. Muy grandes. Siempre que tengo cierta confianza con algunos de mis alumnos, les digo que los profesores, como los entrenadores de fútbol, somos un mal necesario. Los chicos de Radiohead tuvieron la suerte de encontrar(se) con Terence Gilmore-James, el profe de Música. Se cruzó en sus caminos, curioso, que no casual, que las casualidades no existen. Ese profe, amante de bandas sonoras, de jazz clásico, de música clásica del XX y de un montón de asuntos más, fue crucial. Y de Radiohead pasa AR a Salonen, al que llama "antimaestro" para dirigir la Filarmónica de Los Ángeles. No tengo ni idea de cómo debe ser de complejo dirigir una mastodóntico engendro de músicos ególatras en una organización como esa. Debe de ser el sudoku infinito, un bucle de complicaciones infinitas. Salonen y otros tipos como él, cambiaron la mentalidad clásica del director de orquesta. Y para gustos están los colores, pero Ross lo vende como algo positivo. Y del finlandés pasa a Schubert al que distintos tipos han tildado de borrachín, disidente, homosexual, hedonista y sifilítico. El pack completo. Muere joven que después de ti vendrán a ponerte estiércol y no solo el día de San Alejo, que es cuando los revuelven. No vale que lo utilizara Polanski o Woody Allen. Todo eso se olvida. "Amor peligroso en sus oyentes", dice AR. Casi nada al aparato. Y subraya AR que Schubert hizo de la música una carrera y una auténtica religión. Y se le tildó de borrachín porque en sus horas de ocio bebía (con lo bien que se lo pasa uno bebiendo). Viva la crítica musical que no se centra en la música sino en los hábitos y la vida. Mil obras en 17 años de vida artística. Bestial. Pero no. Algunos insisten en recordarlo como el borracho que iba detrás de hombres y al que la sífilis se lo comía. No vale emocionarse, vale insultar. También recuerda AR el caso de Salieri, al que Milos Forman (según Pumares se dejó todo el talento en Checoslovaquia) lo tildó de rastrero y ruín y todo lo demás. Nada como que te etiqueten. ¿Quién no tiene un lado oscuro? ¿Quién no tiene su propio Círculo Bildung? En ese círculo cuadraban el asunto unos jóvenes sedientos de literatura, música, pasión y, en ocasiones como las de Johann Mayrhofer, semen y suicidio. Y volvemos a saltar, en este caso a Björk. Viva el fútbol islandés y viva Trapped. Lo de Björk es un universo distinto. Muy distinto. Y la he añadido a mi lista de geniecillas locas favoritas después de que AR asegura que es fanática (como muchos islandeses) de El Maestro y Margarita. Se siguen cuadrando círculos, con o sin Schubert. Reucerdo que leí ese libro después de que lo recomendara Franciso Nixon. Una obra maestra no reconocida. Y ahora estoy escuchando a la islandesa a 37 grados a la sombra. Cuenta AR que con 15 años, flauta y ella, la liaron con Glora. No sé si antes o después de leer El Maestro y Margarita. Si Schubert fue interrogado por la autoritaria policía del autoritario Metternich en Viena, Björk y sus secuaces aprovecharon la visita de Reagan y Gorbachov (viva el vodka con naranja) para hacerse notar con uno de sus grupos, The Sugarcubes. Siempre música y política de la mano. La diva que vino del frío, y esos titulares que dejan los periodistas. Y el chico de Oxford y la chica de Islandia incluso cantan juntos. Para que escuches. ¿Y tú que contestarías si Björk te pregunta "tu" definición de iconoclasta? ¿Le damos solo la segunda? ¿O buscamos algo personal? Y de Björk pasa el señor Ross a la música clásica en China, el gran mercado, la política hecha claro ejemplo del arte de lo posible: comunismo y capitalismo y Juegos Olímpicos y, si hace falta, lo que necesites, todo a la vez. Voluntad, poder y sueño, para abrir las entrañas de la postmodernidad, del refrito en el que todo es posible pero con un látigo (sin Serrano) en la mano. Según Ross, dependiendo de la fuente (viva el Río Amarillo), entre 30 y 100 millones de niños chinos (yo me niego a la idiotez de niñas y niños y a los ministerios de Igualdad) estudian piano y/o violín. Igualito que en España, señores. Y del ajedrez hablaremos otro día. Escribe Ross que el asunto creativo sigue los derroteros de la época final de la URSS, castigo y recompensa y todo lo demás. ¿Es lo más correcto? Pues vaya usted a saber, esa pregunta es como escupir mirando al Mar del Norte, nunca tendremos explicación a esa respuesta (ni al éxito de Islandia en la Eurocopa de 2016 en Francia). Y pone énfasis el apellido Ross que el Centro Nacional de Artes Interpretativas se encuentre en la plaza de Tiananmen, junto a los grandes poderes y símbolos del Estado Chino. Curioso, que no casual, como enfatiza don Alex, que el expresidente Jiang Zemin (1993-2003) hiciese gala de su pasión por la música clásico. E ilustrando este hecho, otra vez fusionando política y música, Ross recuerda que Zemin aseguró que su consuelo tras la muerte de Deng Xiaoping, vino gracias al Réquiem de Mozart. Con un par. Y Ross sigue, como profesor subrayando con bolígrafo rojo, acentuando a la juventud como gran protagonista de la música clásica china de la actualidad. Nada como juntar en una frase juventud y clásico y empezar a dar(le) hilo a la cometa. Cuando con o sin motivo aparente pongo en clase las imágenes de la plaza de Tiananmen de 1989, la mayoría del personal lo ignora (alumnos chinos incluidos, un saludo para Gaomín). Y es difícil pensar que las cosas no cambien, y que el régimen chino siga poniendo freno a las voces rebeldes (incluidas las de la música clásica). Incide Ross en que Mao, al empezar su régimen en 1949 alentó pero con matices, la música importada. Pero con la llegada de la Revolución Cultural de 1966 bajaron la persiana, incluido el Conservatorio Central (suprimiendo la música clásica occidental) que no volvió a abrirse hasta 1978. Y, con o sin la música de El Padrino, siempre nos quedarán las flautas chinas de bambú. Siempre. Y de ahí pasa Mr. Ross al sonido ártico de la John Luther Adams del que no tenía ni idea de su existencia. Viva Alaska, los doctores en Alaska y los músicos de Alaska. El siguiente escalón de Ross en Escucha esto es El tirón de Verdi y la ópera como arte popular. Sería meternos otra vez en el jardín de definir "popular". Y comienza a escribir el capítulo refiriéndose a un tipo que ha dirigido las 28 óperas de Verdi por orden cronológico (un tal Vincent [no Vega, lástima] La Selva). Y todos hemos reconocido el inicio del Acto III del Rigoletto. Todos. Verdi, el queso parmesano y la taquilla como termómetro del éxito (como en España con Torrente y 8 apellidos vascos, igualito). Y otra vez, el individuo apellidado Ross mezcla música y política, viendo como actuó Verdi ante la revolución de 1848 y con el nacimiento del nuevo estado italiano (en España llevamos medio año con gobierno en funciones mientras que Italia lleva siglo y medio en funciones aproximadamente. Dice Ross que la grandeza de Verdi es simple. ¿Grandeza y simple en una misma frase? ¿Es Verdi a la música lo que Iniesta al fútbol? Sensación de pertenencia, apostilla Ross. Y de Verdi salta a la gira del cuarteto de St. Lawrence, unos figuras de la música de camara gringa. Y luego pasa, con pértiga incluida, a un capítulo con Sinatra, con Kurt Cobain, con Kiki y Herb, con Cecil Taylor y con Sonic Youth. Casi nada. ¿Después de Verdi hablar de Kiki la cantante borrachuza? No sé yo. Con Cobain hay aspectos contradictorios. Todo Cristo poniendo en un puto altar a Cobain pero sin escuchar a Pearl Jam. ¿Qué es Eddie Vedder para nosotros? Grunge para todos. Vivan los martes santos en los que líderes de masas se suicidan. Todo muy místico. Desde el 1991 al 5 de abril de 1994 cuando Kurt tomo las del camino del Badel (o como se diga), MTV los catapultó y todavía van los hipsters con camisetas de Nirvana. Fenómeno infladísimo. Poniendo en el mismo plato música y Bush padre y Reagan salen melenudos que atrayeron a descontentos, tristes, locos y chalados. Yo también llevé el pelo largo. Aquí nos pasó con los Héroes del Silencio. Si, recordad vuestras pintas. Buscad en álbumes de fotografías. A lo que iba, que todos hemos puesto el Rape me a todo trapo. Todos hemos buscado una cruz con cuervos para ser crucificados. Pero Kurt tuvo los cojones de quitar(se) de la circulación, cojones que muchos no tenemos en nuestra mediocridad. Como bien escribió el Maestro de Gramática, don José Perona, "no hemos sido educados en la altivez del suicidio". De Cobain pasa Ross a un capítulo sobre la crisis de la educación musical. Y Ross vuelve a poner en negro sobre blanco la política y sus medidas contradictorias. En este caso, Ross escribe la ley de 2002 de George Bush hijo llamada Que Ningún Niño Se Quede Atrás, ley que premiaba a los centros escolares que tuvieran grandes resultados en ciencias, matemáticas y lectura. Pero esa misma ley castigaba a los que no destacaran. ¿Qué culpa tienen los profesores y maestros del alumnado que tienen? Es lo que hay y todo es mentira. ¿Sería de la CUP si hubiera nacido en Cataluña? Todas esas preguntas que me hago tienen respuesta. Pero es lo que hay. Cuantitativamente, ha bajado el número de estudiantes de música en algunas partes de USA. Y la siguiente parada de Ross es Marian Anderson, la voz del siglo, voz de pureza e interioridad. Y de ahí a Mitsuko Uchida, uan pianista loca de atar pero que codirige una locura maravillosa llamada Marlboro College que hace alusiones a Karajan y Hitler en sus chascarrillos. En el Marlboro College van pianistas con técnica indudable que son seleccionados y que pasan allí algunos veranos, pero con consideraciones varias que cuenta Ross en Escucha esto. El siguiente salto al vacío de R es el silencio, su fin y John Cage. Vaya títere: un pianista se sienta delante de un piano (novedad) pero no toca ni una sola tecla. Así durante es tiempo. Manifiesto mudo lo llama AR. ¿Mamarrachada? ¿Estupidez? Cage está bajo tierra desde 1992, pero lo siguen despreciando igual en el ámbito de la música clásica. ¿Radical? Pues no lo sé. En cuanto te sales de lo habitual, ya te etiquetan. El personal lo recuerda por la obra anterior pero olvida el resto. La famosa etiqueta y el lastre que conlleva y todo lo demás. Pero las personas pasan a la posteridad por algo, y a JOhn Cage lo recuerdan por lo que lo recuerdan. Aunque hasta el final de sus días, con sus Europeras, era distinto. Dejémoslo en distinto. Y con la muerte de Cage acaba la segunda parte de Escucha esto. Para empezar la número 3, AR se centra en Bob Dylan, al que siguió en una gira de conciertos en el otoño de 1998. A mi Dylan ni fú ni fá, pero yo no tengo ni idea de esto. Ross habla del descontrol dylaniano en los conciertos, defraudando a un alto número de fans. Un tipo que era muy famoso antes de cumplir 21 y que debe seguir mirando hacia adelante debe ser jodido. Yo me pregunto cómo puede Beck Hansen seguir siendo Beck Hansen haciendo los discazos que hizo tan joven. Y el siguiente triple salto de AR llega Lorraine Hunt Lieberson, la mezzosoprano que conoce muchísima peña pero yo no y que falleció en 2006. Y de ahí a Brahms, al último Brahms, al que subtitula en el capítulo como triste y a lo largo del mismo como creador de una música más inclinada para el especialista que para el populacho. También escribe AR que Brahms de confesional, creador de una religión de seguidores ciegos o más menos ciegos. Barbudo desde los 45 años, pelo blanco, gordinflón. Lo tenía todo. La envidia de todos los espejos. Cual Ángel Ganivet, AR enlaza Brahms con Schumann, el que en 1854 intentó quitar(se) la vida lanzándose al río Rin. Solo aguantó un par de años más en el Román Alberca de turno, en el infierno de un Luis Valenciano de la época. Respecto a aspectos históricos, Brahms creía en la clase media germánica y declaró públicamente su odio a los antisemitas, aspecto no siempre bien entendido en Alemania. Y, además, se sentía un rezagado, y, como colofón, un cáncer de hígado se lo llevó, en mitad de sus ataques a todo lo relacionado con la música futurista. Y la renuncia del yo en la Tercera sinfonía y todas esas influencias de Schopenhauer que le llegaron al barbudo. Y es cierto que, como superNietzsche afirmó, la vida sin música sería un error. Y todo lo demás.

Que siga la fiesta

Sigue la gran fiesta. La fiesta de la mentira. ¿Demócratas en el Parlamento?

martes, 19 de julio de 2016

Mañana añoraré Marzo

Básicamente, por el calor. Hoy, en el informativo de las 3 (que gran hora), he pensado contar las veces que decían calor, pero no he podido, estaba cargando de cacharros de cocina mercrominíticos el lavador. Pero mañana, ejerciendo la futilidad en plan Vincent Vega, quizás lo haga. Y recordaré Marzo. O quizás, marzo. O marçco. Coda: O escuchar el Doble cero planetario y a partir de la décima vez que digan calor, darle al anís hasta saber si la castellana era de Espinosa de los Monteros (viva Fernán González) y si el mono era del Congo Belga (o deberíamos Zaire o República Democrática del Congo).

domingo, 17 de julio de 2016

sábado, 16 de julio de 2016

¿Será gintonicdream un blog gastronómico?

Combinado por la Virgen del Carmen

Olvidando unos minutos lo de Niza, olvidando unos minutos lo de Turquía, olvidando. Pero solo unos minutos. Más no. No.

Michirones en El Patio (Andaluz)

Anoche hubo michirones pero no eran de Isabel Ruiz ni Fina López.

jueves, 14 de julio de 2016

El combinado del 14 de julio

Nada más lejos del francés. De Oxford a Islandia y tira porque me toca. Fusiones vitales y frío y pintas que están por beber. Y todo lo demás.

miércoles, 13 de julio de 2016

Entre puños y mensajes de chantajistas

En el punto intermedio de esa cuestión, justo en el intermedio, surgió el himno que paró retinas y lo mandó todo a tomar viento. Y todo lo demás.

martes, 12 de julio de 2016

Engrenages. Cuarta temporada

Cambios y muertes que revolucionan la unidad. Juicios que perder antes de iniciarlos. Disputas, bodas de dolor, antisistemas sin escrúpulos, problemas migratorios de la Francia preBrexit y que anticipa el Frexit, mentiras de zurdos y armas colocadas siniestramente. Adelgazamiento de la base numérica del grupo de la policía judicial. Conflictos de intereses, jodiendas con vistas al incendio, jueces infravalorados que pasan del pedestal al estercolero, vinos que nunca beberemos juntos. Bodas de recuerdo y dolor, turcos que arden en busca de justica. En su línea de desesperación y brillantez, la cuarta temporada de Engrenages sigue subiendo en intensidad y dramatismo. Y en esa mezcla de semen, inmigración, golpes al sistema, líos con los saharauis, jodiendas con vistas a Turquía, armas bajo tierra, fallos judiciales y mierdas con vistas a la calle Danton, todo se va al carajo. En un momento, vendes tu alma. Es cuestión de un puto segundo. Menos de un segundo. No hace falta más para mandarlo todo al carajo. El Titanic se fue a la mierda mucho más lento. Todo es mentira, postureo, armas trucadas y partidas en las que siempre sales perdiendo. O casi siempre. Y los enfrentamientos del PKK y sus ramificaciones y todo lo que llega a la Europa civilizada, vómitos de una digestión sangrante. Y siempre hay falsarios, y robos de coches, y palabras que duelen e hijas que repiten los actos de sus madres. Y venas que cortara en una bañera rebosante de dolor y medias negras. Y el liderazgo puesto en entredicho, una y otra vez, hasta la extenuación. Y si hay que citar a Sófocles y a Antígona, pues se cita. Entre palizas y sofocones, entre infartos y sufrimientos llegamos a un final que nadie espera (o que todo el mundo espera). O tal vez si esperamos, pero en manos equivocadas. No se puede hablar de futuro en posición horizontal. No te puedes vender a opusinos ni masones. Siempre llega lo peor, y está por llegar. Y todo lo demás.

Abrid vuestros oídos

Vladimir, estamos contigo

lunes, 11 de julio de 2016

domingo, 10 de julio de 2016

El exorcismo del día

Y lleva la firma de Santi Capote. A disfrutar.

Recuerdos de Punt 2

sábado, 9 de julio de 2016

viernes, 8 de julio de 2016

Acción, suspense y monedas de Lourdes

En mitad de la acción, entre curiosidades sorprendentes de hilo musical, salió el genio multidisciplinar. Entre oscurantismo e innovación durmió día y media soñando sudorosamente entre acción, suspense y monedas de Lourdes. ¿Qué fue de su explosividad ante la imaginación? ¿Qué fue? ¿Qué? No hay declaración de principios en la derrota, no hay sobredosis ni serenidad. Solo indignación, en plan tornado, solidez entre máquinas, guitarras y sonido bajo palio. Y todo lo demás.

miércoles, 6 de julio de 2016

Hannibal. Segunda temporada

Después de casi diez meses vuelvo a Hannibal con su segunda temporada. No solo para ver los inventos del asesor culinario, el gran José Andrés, sino para seguir con la historia, con caídas inesperadas, con sonidos que no son tajantes porque nada es tajante en la vida. Nada es tajante hasta que te cortan en trocitos milimétricos. Ante la maldad, distancia. Pero hay distintos tipos de maldades, y plantas que crecen en los cuerpos, y médicos locos, y psiquiátricos raros y jaulas enrobinadas. En su línea cruel, cuernos arriba, cuernos abajo, Hannibal no deja indiferente. Nunca. Tragas hiel y sigues viendo capítulos, uno tras otro, música celestial para oídos clásicos y retinas contemporáneas. Y copiamos lo que vemos, y si hay que comer cerdo, cerdo; si hay que matar a una cerda para comer cerda, pues se mata. Nada como la resistencia activa, nada como seguir a Maquiavelo, a Praxíteles o al que suene en cualquier canción de L-Kan. Todo está escrito, pero la tinta la eliges tú. Y si hay salsa de langosta, pues salsa de langosta. Y la fragilidad de la adoración y los problemas de la amistad, y cristales y tazas rotos, y los intentos por arreglar esos cristales y esas tazas rotos. Y un último capítulo de una belleza dolorosa, pero belleza a fin de cuentas. Y todo lo demás, también.

La entrevista del día

Pep Guardiola entrevistado por Noel. Vaya pareja. Definitivamente entendemos mejor a Pep que a Noel, de verdad. Vaya par.

¿Sin Wifi?

martes, 5 de julio de 2016

Recordando a Enrique el Rojo

Estaba viendo la televisión un rato con mis padres y en Centro médico ha aparecido Enrique el Rojo y he recordado la entrada que hizo en su blog Fuensanta Muñoz Clares.

Ya queda menos para el 1 de noviembre

La romería del 5 de julio

Hoy toca hablar del profesional de romerías, del que nada tiene que hacer con sus genitales y se dedica al vino y a las romerías. No han de ser romerías esencialmente cristianas. ¿Cuántas fuerzas gasta un profesional de romerías? ¿Cuánto tiempo gasta un profesional de romerías? ¿Para cuándo una canción de Los Planetas dedicada a un profesional de romerías? Mejor no hacer(se) estas preguntas, que se nos caen las cajas de deuvedés vírgenes del sombrajo. O del palio, que como decía Calvo Sotelo, no está bien esto de hacer elecciones cada seis meses. No señor. Unas, grandes y libres elecciones. Nada de democracias, ni de abusar de la estadística, que esta semana tenemos Copa Libertadores. Mientras tanto, nuestro profesional de romerías le puso ayer una vela, velón a más señas a Santa Isabel de Portugal, que mañana juegan Ronaldo y sus secuaces y sus acólitos de camiseta de indeterminado color. ¿Es verde desteñido? ¿Es blanco sucio? ¿Se pude entender esta jodienda de las camisetas? Después de la vela de rigor, velón a más señas, el profesional de romerías se va a apostar en plan Manchester (quizás deberíamos decid Madchester, con o sin sonido). Hoy toca apostar en Wimbledon. Cuarta ronda en el torneo masculino, pero sin Nole, el gran profesional de romerías del circuito ATP. El profesional de las romerías se convierte, después de la apuesta matutina, en la voz de las tabernas. Entre rubias y cortos de blanco, pasa la mañana antes de recogerse un rato. Luego toca misa de siete, matasiete. Esta semana no hay novenario, ni triduo, ni quinario. Hoy toca cuidar el negocio de la romería subvencionado por la Junta de Comunidades. Viva la Mancha, y viva Isabel Cuadrado que nos hizo leer entero el Quijote sin ganas, con exámenes cada cuatro capítulos. El refugio, en mitad de la romería diaria, está cerrado. ¿Qué fue de los grandes bares? En mitad de la derrota, en mitad del barro, en mitad de la cuchara de plástico, el profesional de romerías se retira. Toca ver gatos intereconómicos. Se acabó la romería por hoy. Y todo lo demás.

lunes, 4 de julio de 2016

Castañuelas de la vida

En mitad del descreimiento, surgió el vermú. Rencorosos, pasamos a la cerveza. La sordidez de las copas llegó después. El domingo maté dos pollos con mi padre, pero como si nada. Nada de mascotas. Never, never, never. En la enfermedad de la convivencia, se jodió todo. Alimañas de gripe, lentejas en la sesera que no dejan dormir la siesta. Llevábamos esa tarde el término municipal de Jumilla tatuado en el alma. Otra vez. En mitad de nuestro barbecho existencial, de bar a bar y tira porque me toca, leíamos a Alex Ross y Montero Glez mientras limpiábamos nuestras almas de segundo de la ESO. En un descanso, recordando a Borges y sus coplas de borracho provocador y con ambiente de periquito de mal vinagre, recordamos sus palabras: "Nada en el cielo se repite". O tal vez, si. Y como no, recordar, sus palabras sobre Toynbee: "No es tan brillante como Spengler, pero es muy informativo. Sin duda leyó más que Spengler": O tal vez, no. Y la réplica de ABC: "Todo en este mundo es gris mediocre". De acostumbrarnos a la imaginación, a perderlo todo en un segundo de insensibilidad. Y nos lo tomamos demasiado en serio, en vez de pasar(nos) a la discreción. Y no hay ideas profundas en nuestro patetismo. Ninguna. Es lo que pasa con la nostalgia tóxica: estamos escuchando música atemporal pero que aburre a los demás. O, directamente, en mitad del descreimiento, no la entienden. Pero no nos preocupemos que, con o sin gobierno, ya nos sodomizan bien: en funciones o ejerciendo en plan cabrón (sinónimos para cualquier estación). Y en mitad de la epifanía, (vulgo, quinto gintonic azul), perviven los símbolos (otra vez), recuerdas que votaste a UPyD (nunca más), tomas lo que no es tuyo e intentas que esa sed de símbolos no sea eterna. Y, frotándote los ojos, te das cuenta de tu bazofia existencial, ese bucle triste y melancólico sin final ni principio, parábola de un libro de Geografía que nunca lograrás entender. Recuerdo que no he regado los pimientos esta mañana, llegado al clímax que nos indicaban en Casi Famosos: ¿Le habré hecho daño a los pimientos no regándolos? Suena Desparecer de Los Planetas en el bar, y piensas en el enfrentamiento diario sin origen ni final que no soportas a pesar de tu resignación cristiana. Pero llega el tiempo de sandías, y como bien se sabe, "en tiempo de melones, cortos los sermones". Espero que no me toquen la moral con el braguetazo del chantaje emocional, con el delirio místico que no vale si no escuchas de fondo a Triángulo de Amor Bizarro. La tribu sucia cambia de bar pero sigue con su épica bíblica, de caer y levantar(se)

Olvidad los contratos de la NBA de esta semana

Sí. Olvidadlos. El más grande, antes, durante y después, fue este individuo que falleció en el 77. Y todo lo demás, también.

Himno de 4 de julio

Dedicada a las sanchezmoras de la vida, a profesores de filosofía que andan metidos en política, con y sin escrúpulos. Pero siempre podemos acoger a sirios, hacer el paripé, llorar y abrazar. El wah-wah de hoy va por ellos.

Llevamos meses

Llevamos meses diciendo lo de Viva Islandia. Ahora parece que todos se suben al carro, al barco inmovilizado en el puerto, a esa familia que duele y no olvida, a los prejuicios y los fiordos, a los vecinos que miran por encima del hombro y a los bares que hacen su invierno. Y todo lo demás.

domingo, 3 de julio de 2016

El nuevo convenio

Despilfarro, despilfarro, despilfarro. ¿Límites al despilfarro? Parece que ninguno. Luego vendrán los llantos enebeaísticos. Y todo lo demás.

Neoliberal del siglo XXI

Ahora que don Epifanio Vargas anda metido en campaña electoral para gobernador de Sinaloa, hagamos una apología de los políticos neoliberales tan denostados en campaña electoral. Y todo lo demás.

sábado, 2 de julio de 2016

Rajoy o la checa

Y el personal ha elegido a Rajoy, aunque en un año no tengamos para pagar las pensiones. Viva el miedo, que es libre. Y la democracia cristiana. Y todo lo demás.

Dantesco

O, quizás, algo más. Mucho más. Así nos va.