viernes, 16 de mayo de 2008

Libros para mayo. Libros para la escena final.

El martes me dejó Jesús un libro de Félix Romeo. En este caso, Dibujos Animados. Novela sin pretensiones, ejercicio memorístico de un pasado que se fue, pero del que algo queda. Desde el golpe de Tejero hasta los accidentes familiares, todo está presente: fotos que coleccionamos de futbolistas en la infancia, academias de inglés, vecinas feas y cojas con las que obligaban a pasar la tarde, conejos que esperan su turno de muerte en la bañera de casa. Cosas que nos han pasado a todos. O a casi todos. Me quedo con 3 frases: “Pero en algún sitio tienen que vivir las putas”. Esta primera está bien, lo que no me parece bien (y lo digo porque lo sufro en primera personal masculino singular, es que los clientes toquen el claxon de madrugada; que una cosa que duerma poco, y otra que me alteren los biorritmos). “A las academias sólo van los chalados”. En esta segunda tengo un poco de experiencia. El problema es que los chalados son la mayoría de veces los profes. Hay por ahí un preparador de oposiciones, un tal Antonio, exprofe mío en el nº9, que se lleva la palma. Pero hoy no es día para hablar mal de la gente. Hoy he hablado bien del tal A. la última: “Uno no dice nada profundo cuando se muere”. La verdad es que me esperaba más del libro.


¿Otra de memorias familiares? Acabo de terminar de leer Naturaleza infiel, de Cristina Grande. Joder con Zaragoza, llevo una buna tira de libros de aragoneses en lo que va de año. Y encima, los miércoles me toca venirme en el tren con una aragonesa que no tiene ni idea de libros. Es de matemáticas. Lo que me jode es que me confunden en la sala con alguien de matemáticas. Debo dar el perfil de gilipollas. Me falta la bata. Y las gafas. A lo que iba. Librito que cuenta en 142 páginas (se leen rapidísimas) la vida de Renata. Un manual de redención en el que ajustar cuentas con la vida y con la muerte, sobre todo, alegrándote de algunos males ajenos. La muerte de un padre demuestra la traición de los corazones, y de que no es oro todo lo que reluce (aunque se guarde en las mejores cajas de seguridad). Dos mellizas que no se parecen. Las drogas que joden a una de ellas. Las insinuaciones en un pueblo sobre las andanzas de un padre. La madre que saca brillo al suelo para no pensar. La promiscuidad. Tener que llegar a la treintena para poder empezar a comprender, a entender. Los profesores que mueren de cirrosis. Las misas de los sábados por la tarde que no valen como las de los domingos. En fin, el reflejo de lo falsa que es la burguesía, el puto Estado en general. Estilo sencillo para contar dramas postmodernos. Dramas de siempre. El drama de la vida. Y suspender la puta encerrona. Y todo lo demás. Y la gente de orden es la que aprueba unas oposiciones. Y punto.

2 comentarios:

  1. Y yo que pensaba que te iba a gustar más el de dibujos animados... bueno, ya veremos la próxima vez :-)

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  2. Ese libro lo escribes tú, o yo un día sobrio, y no nos lo publica ni Dios. Ni su arcángel Anagrama. Pero cuando dirijas la Mandrágora te publican hasta el del café. El mejor que has hecho, por cierto.

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