sábado, 20 de diciembre de 2008
Max Payne.
Hay que tener miedo de la gente a la que le falta algo. Sentimientos, dinero, obsesiones. Lo que sea. Todo se transforma, que diría el otro. Viendo Max Payne me doy cuenta que sí, que la vida es una película. O un videojuego. Va todo de la mano. O quizás, no. Pero todo sí que tiene repercusiones. Todo queda grabado en el disco duro. Todo marcado. Y todo queda en un albergue interior. Y los rencores están justificiados. Y toda ofensa se merece una venganza, aunque sea en plan palestino. De verdad. A cada cerdo le toca su San Martín. Segurísimo. ¿Quién dice que a todo le falta sentimiento? ¿Quién que a todo le falta corazón? La sangre y las mentiras y todo lo demás. Todo eso es Max Payne. Pues eso, destrozo y condena.
Don Gintonic, casualmente desde don Santiago he venido a caer a su blog. Felicicdaes por su trabajo aqui por las Navidades.
ResponderEliminarA ver si todo se soluciona y puedo ir al cine esta navidad... Acabo una y me viene a caer encima otra. Es la vida misma. Que a mí no me parece ni un videojuego ni una peli. A veces una peli mala, a veces la peli por excelencia. Depende del día.
ResponderEliminarmovidita parece, no?
ResponderEliminarSiempre hay que ajustar cuentas, José.
ResponderEliminarAmén pater.xx
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