sábado, 2 de mayo de 2009
Los rusos, otra vez.
Y no eran blancos. Todos los rusos. El que los lidera es más negro que el ala de un cuervo. Se llama Holden, pero ya es más ruso que Yeltsin. Y Siskauskas, con 29 puntazos, se salió en el último cuarto. Lástima que el mejor partido de Andersen en toda la temporada no fuera suficiente. Insuficiente. Hay que estar al 105% para ganarle a estos rusos. No les importa acabar 21 a 12 el primer cuarto. Quizás, Pascual, se excedió en algunos cambios. Quizás, Lakovic debió descansar más. Quizás Navarro tiene que olvidarse de defender y jugar sólo en ataque (muy pocos minutos). En fin, que la historia se repite. Y ahora no está Aíto para cargarle el muerto. El partido fue intenso, revelador, detallista, ajedrecista. Y, eso, al final, cambia. Detallitos momentáneos que deciden. Esas microhistorias, esas batallas que te hacen ganar la guerra. Porque el baloncesto es la guerra. Y el telón moscovita es muy alto. Veremos que hace el bueno de Obradovic el domingo.
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