Si algo nos enseñaron esos veranos de los 90's en los que había que estudiar, y estudiar, y estudiar, era que siempre tenemos un Oasis a mano en el saciar nuestra sed. Los Oasis, con o sin mayúsculas, casi siempre son artificiales. Las palmeras y los cocoteros nunca estuvieron ahí, precisamente ahí. Y si no, id y preguntarle a John Elliot. En fin, voy a lo que voy, que siempre me pierdo por el Canal de la Mancha, y no precisamente por Albacete, ni por Almansa, ni Chinchilla, ni ningún lugar conquense. A lo que iba. Que los Oasis de los hermanos Gallagher, además de hinchas fanáticos del Manchester City, muestran lo que realmente significa la música: música. Se dejan de milongas sobre el Tercer Mundo (vaya jodienda en el tema de Oposiciones, por cierto), y de sostenibilidad del Medio Ambiente, y de brotes verdes, y de ayuda al camarero infravalorado. Se dedican a la música. Y punto.
Y hablando de música, toma música. Y todo lo demás.
Eran buenos, son buenos, supongo. Dejaron que trascendieran sus asuntillos y broncas y durante un tiempo se les conocía tanto por eso como por su música. Pero el tiempo pasa, las chorradas se disipan y si lo que has hecho es bueno, perdura.
ResponderEliminarVoy a ponérmelos en el spotify, hombre, :).
Los tres primeros discos son espectaculares. De los demás, hay canciones muy, muy buenas.
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