domingo, 2 de agosto de 2009

El cuello doblado.


El trampolín. Sólo pensaba en quitarse de la mente aquel maldito trampolín. Veía estrellas sobre un fondo rojo. Veía un vestido azul con lazos naranjos. La ruleta todavía en las neuronas. Pero el maldito trampolín seguía allí. Y era la única solución. La huída. El salto hacia delante. El maldito trampolín.
La apuesta, la noche anterior, había salido rana. Un tipo malo, con barba blanca, se lo había quedado todo. Se lo había robado todo. El resto fue caminar descalzo sobre cristales hechos añicos. Una escapada imposible. En las partidas de cartas siempre se pierde. Aunque los euros repiquen, siempre calabacean. Siempre te dejan solo. Y la timba, abierta o no, es mentira. Como la vida. Es difícil olvidar el pueblo, jugar para sobrevivir. Y una vez que hueles un pueblo, te lo quedas. Las cartas y el agua, aunque no se lo crean, también. Y no se ponen las orejas tiesas. Se ponen negras, de color miedo. Y la maldita noche anterior no fue la esperada. Y la bebida, una maldita colonia. Deberían pasar por soldados a cualquier hijoputa que se dedica al negocio del garrafón. Primero, el soldador, debería pasar por el ojo derecho. El izquierdo seguiría hasta el final de la tortura. Primero vería como se quedarían las plantas de los pies, en plan queso de pizza; después tocarían las rodillas y los codos. Y el ombligo. Luego el ombligo, que las vísceras siempre llaman. Y lo más importante es que la agonía sea larga. Lo más larga posible. Un 99 bien hecho. De los buenos. Y esto no es ser psicópata, que quede claro. Esto es la clarividencia de la postmodernidad. 8 días sufriendo un poco, viendo como vas a ser carne de molino de pienso. Habrá un momento que no queden las lágrimas. Porque las lágrimas se agotan. Siempre. Te acostumbras al dolor. Y a la agonía. Por eso el trampolín, ya no me importa. Y que no tenga agua, tampoco. Y punto.

9 comentarios:

  1. Sé que voy a mentar a la madre, pero con todos los respetos, el programa "Redes" me parece malo de solemnidad. Es como una eyaculación que nunca acaba de llegar.

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  2. Hay que resumirlo en 3 minutos. Hay mucha morralla, pero es lo que tiene no dormir durante años. Te salen estas cosas.

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  3. Mi timba se me acaba en 5, 4 , 3, 2 ,1.....

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  4. Me gustan sus historias largas, D. Supersalvajuan.

    ¿Se apunta a un homenaje bloguero a la Guardia Civil para el día 12 de Octubre? Mañana se lo cuento...

    Condenas, Unidad, y no legislar en caliente

    Legislar es un mal rollo. Mejor no legislar en caliente, ni en templado, lo bueno es NO LEGISLAR. Es el sino nacional. No dictar leyes por si pierden algún voto de los necesarios para gobernar. Las materias espinosas y fundamentales para regir justamente la sociedad se aparcan, se eternizan. Y a los ciudadanos que les vayan dando. SIGUE...

    Condenas, Unidad, y no legislar en caliente

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  5. rAKEl, pues ahora estoy con Paul Auster, aunque no me creo mucho las historias que cuenta.
    Como usted diga, García Francés.

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  6. Ningún país se gobierna mejor a fuerza de aumentar el tamaño de su código penal o la intensidad de sus homenajes a las fuerzas de orden público.

    El tamaño o la intensidad no es lo que importa, sino las grandes dosis de sentido común, la paciencia, la educación y la toleracia. Mucha educación y tolerancia. Mucha más de la que estamos acostumbrados a otorgar y a recibir.

    Por cierto, ¿para cuando un homenaje blogero a las mujeres asesinadas por sus maridos, a los homosexuales ejecutados por gobiernos implacables, a los escritores perseguidos, a los cantantes descuartizados, a las prostitutas violadas y enterradas en la frontera, a los inmigrantes ahogados en la "mar océana", a los niños muertos por hambrunas provocadas por la multinacionales que nos engordan, a los presos (políticos y no políticos) sin derechos, a los africanos sin futuro? (por ejemplo)

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  7. Juan Ignacio, el Angelus dominical te ha sentado bien. ¿Para cuándo tu partido político?

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  8. ¡¡¡Jua!!! ¿Partído político dices? Yo, como Ignatius J. Really, me conformaría con mi propia conjura de los necios. No doy para mucho más.

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  9. nO, que Ignatius, con aquel gorro con orejeras (y sin él) daba mucho miedo. Y en Elda no podrías salir a la calle.

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