miércoles, 9 de diciembre de 2009

Luna nueva.


Decepción. Después de la buena impresión que me causó ver Crepúsculo, esperaba otra cosa. Me dijeron que Bella estaba depre. Pero una cosa es hablar de la depresión del amor, de la soledad del abatimiento, y otra cosa es juntar en una coctelera Matrix y Crepúsculo. Demasiado efecto visual. Esos días de abatimiento se deben ilustrar de otra manera, creo yo. Y es una lástima, porque la historia es buena, incluso metiendo a los licántropos de por medio (¿otra semejanza entre True Blood y la saga Crepúsculo? ¿cuántas van?). No sé cuántas van, lo siento. Nunca se me han dado bien las matemáticas, y ya está. Desaprovechar una historia así no tiene perdón de Dios, aunque la audiencia y presencia de seres aneuronales y mononeuronales me de la espalda. No quiero amebas en mi vida, afortunadamente. De Dios, de quienes tengan o no tengan alma. Los últimos días de Bella, en la antiserenidad y la lluvia. ¿Antónimo de serenidad?. Y a mí qué. Y una mujer como Bella no haría cierto tipo de estupideces, joder. De verdad que no. Esa cabecita tiene unos muebles de caoba muy buenos. Una cosa es tener visiones y pesadillas en mitad de la desesperación, y otra muy distinta parecer imbécil y gilipollas. Todo es mentira, pero las mentiras edulcoradas saben mucho mejor. El azúcar, con o sin algodón, es una joya que no se puede despreciar. Y un personaje como Bella necesita un altar continuo de veneración. Ya. Para ayer. Una catedral. Aunque hay un momento en el que todo es distinto. El alma dolida por alguien que no tiene alma. ¿Tiene eso justificación en el siglo XXI? La plaza del aparcamiento vacía, la mesa de la cafetería. Las ausencias son difíciles de sobrellevar; pero sólo son ausencias. Al final, todo se olvida. Hasta el desamor. El desamor, por mucho esfuerzo, que hagas, se mantiene justo ahí. Pero el último esfuerzo es el que tiene siempre éxito. El que te consigue la mentira que quieres escuchar. La inocencia asustada. La escama entre la cama. El brillo que dice que es imposible el olvido. El rostro más pálido es inconfundible con el gritar en mitad de la noche. Pero luego hay redención. La redención es posible y , a la vez, inexplicable. La sombra siempre necesita el sol, como una fuente el agua. Lo demás son milongas. Merece la pena ver Luna Nueva sólo por darse cuenta de la oportunidad perdida. La espiral de la derrota sólo es comprensible con la pérdida. Y los leucocitos están a la que saltan. ¿O eran las plaquetas?

8 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=8gUGEXmCtv0

    parece una cosa pero es otra, escúchala.

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  2. la luna de Valencia, va a ser, la veré de todos modos, es una buena elección para tarde de domingo de sofá.

    (lo de Eugenia Silva sí que no tiene nombre)

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  3. Esta sí es la que dice ser: http://www.youtube.com/watch?v=Z8nOI0M0WII

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  4. Con crepúsculo pensé que no contaba mucho la película, y que los americanos se vuelven locos con poco,pero con luna nueva...esa sí que no tiene por dónde pillarla.

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  5. Hasta que no se me olvide lo mucho que me aburrí con los veinte minutos que aguanté de Crepúsculo, no puedo ponerme con esta. Lo siento, pero es que no puedo

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  6. Hijo mío, -perdona lo de hijo, pero no lo puedo evitar por la cosa del tiempo-, ésta no la voy a ver. Ya veo suficientes adolescentes vampíricos a lo largo de cada día en el instituto. Después de las joyas de peliculas que se han hecho sobre vampiros no me creo que una pavica vestida de negro, que estará buena, me imagino, pero a mí me da igual, vaya a deleitarme.

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  7. yo en mis 15....Vampiros que tiene Facebock y van al cole y de día no va conmigo....

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  8. Yo también declino educadamente tu invitación. Un vampiro que no da miedo es como una cerveza sin alcohol. Saludos.

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