Regalo matemático, uno de ellos, fue Si supieras que nunca he estado en Londres, volverías de Tokio, de María Sirvent (vivan los helados). Azúcar, demasiado melocotón, demasiado algodón. Primer error de cálculo: a casi nadie le gusta su trabajo (¿a alguien le gusta trabajar?) pero casi nadie se levanta todos los días esperando que la manden a la puerta del Servicio de Empleo y Formación (vulgo INEM). Y a miles de kilómetros de distancia (o a unos pocos, qué más da) te olvidas de lo que ya no tienes delante. Ya sé que el correo electrónico, que las redes sociales y todo lo demás permiten “seguir” a la gente, pero son una ilusión óptica, un momento que todo el mundo sabe que fue real pero que no subió al tanteador, algo así como el gol de España a Brasil en México (Michel!!!!!!!!!)
Pero es lo que hay. Puedes pasar cuatro días, o cuatro años, muy bien con alguien. Puedes verla diez días al mes o diez al año, y pasarlo bien, pero igual que el gol, también todo se va a la mierda, el balón se le cuela a Arconada en la final de la Eurocopa contra Francia y te quedas con cara de gilipollas. Es lo que hay.
Y entonces, a falta de pan, buenas son tortas. Quieres un Dios y te conformas con un mendigo que te ignora cuando tiene el euro en la mano; quieres volar y coges todos los días dos cercanías y cuatro interurbanos que te hacen perder todo el puto tiempo del mundo; quieres juguetes de cristal y te despiertas con un cactus en tu mano.
Si tuviera que dar mi opinión del libro, tendría que decir la verdad: Mi opinión es que no tengo opinión. Y el infierno, como ayer, como hoy, sigue siendo una cosa muy personal.
Y, todos, antes o después, recibimos una espalda, porque como dicen Los Planetas:
"Si me diste la espalda
justo cuando te necesite,
ahora ya no tiene importancia
ahora existen mil demonios
ocupando tu lugar.
Algunas cosas nunca cambian
y otras tienen cambiar
para hacernos sitio
y podamos respirar.
No siento en la vida nada más
que estar hecho de un solo metal
y que tú estés hecha de tantos metales,
no lamento nada más,
Que no poder estar contigo
es donde quería estar.
Y ahora quiero perderme
y no encontrarte nunca más.
Sale el sol y da contra el cristal
y si no quebranta el vidrio
qué coño va a quebrantar.
Si volvemos a vernos
algún día por casualidad,
no podrás decir que yo no lo intente,
que me dejé la piel y la cabeza
intentando resolver
el enigma que impide que te pueda comprender,
que se interpone entre nosotros como una pared
Si nos vemos de nuevo ..."
Ni sí ni no ni todo lo contrario. Yo no sabría darte una opinión tampoco. Todo depende de tantos factores...
ResponderEliminarTenemos un melocotonero en el jardín.(Graba la frase en el disco duro, que yo sé porqué lo digo)
como tengmaos que seguir a la gente por Internet, vamos finos..
ResponderEliminarel infierno esta por llegar, en dos semanas ya veras el termometro
ResponderEliminar