sábado, 29 de enero de 2011

Oz. Primera temporada.


En esta madrugada rara he terminado de ver la primera temporada de Oz, la primera serie que hizo la HBO. Cuenta las vivencias de los encerrados en Ciudad Esmeralda, un bloque de una prisión en la que conviven múltiples personajes, cada uno de su secta y con sus bloqueos mentales. También hace referencia al pasado de cada uno de los reclusos. ¿Todos inocentes? Mentira. Esto no es Cadena Perpetua, esto es Oz. Algunos rostros reconocibles como Edie Falco (Carmela Soprano o Nurse Jackie), varios chicos de The Wire como Wood Harris (el gran Avon Barksdale) o la jefa de Dexter, para hacer un curioso cuadro de personajes desesperados, todos al límite de una frontera jodida de cruzar. Oz lo tiene todo: tiene locura, tiene muerte, tiene mutilación, tiene esperanza, tiene crueldad y tiene sangre, mucha sangre. Todos tenemos un pasado que nos pasa factura, siempre, y Oz nos lo recuerda continuamente. El problema es que no es agradable de ver. No es agradable ver a una estrella del baloncesto encerrada en la cárcel; tampoco aguantar al tipo que se cargó a sus padres. La venganza está presente en nuestros actos, y, cuando se pone cabrona, lo jode todo. Y cada loco con su tema. En Oz, en principio todo parece irreal, porque todo es mentira. Pero cuando toca sangre, toca sangre. Me pensaré ver la segunda. Y todo lo demás.

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