viernes, 25 de febrero de 2011

Boardwalk Empire


¿Ley seca? ¿Te imaginas una ley seca ahora? ¿Te imaginas un lunes seco? ¿Y un martes seco? ¿Y un jodido miércoles? ¿Y así todos los días? Pues no. No me lo puedo imaginar. ¿Agua asquerosa o leche? ¿Habría opción? Pues va a ser que no. No habría. Primera impresión que me llevé: han sopranizado la década de los años 20's del siglo XX en gringolandia. Tal que así. Pasamos de New Jersey (desde anteayer nueva casa del ególatra Williams) al Atlantic City más juerguista y alcohólico de la historia. Pasamos de Tony "Gandolfini" Soprano a su primo Nucky "Buscemi" Thompson. Pero al final, siempre es lo mismo: un trapicheo detrás de otro. Sí, uno detrás de otro. Trapicheos económicos y políticos que van de la mano (como ahora). Y siempre hay un hijo muerto, una viuda, una secuela de la guerra, un poquito de cianuro en la comida, una puta con la cara cortada, un matrimonio aburrido, un Capone insensato, una apuesta mal hecha, una puta demasiado borracha, un jefe muy cabrón, un espacio abierto, una casa que arde, un padre con demencia, una tostadora muy cara y poco utilizada, un alcohol aguado. Alcohol aguado hasta el mismísimo cloro.

Pero, siempre, en cada uno de nosotros, lo que siempre sale, es la ambición. Y, siempre, queremos un poquito más. Sólo un poco. O mucho. Y una casa más grande. El éxito de Boardwalk Empire es que es una luz en mitad de la tormenta, ese brillo que oscurece a todo lo demás.

Puedes engañar a tu esposa porque sabes que al rato puedes coger una Biblia y recrearte en los Proverbios. Faltaría más. Y una foto, hace maravillas. Maravillas varias. Pues eso, toca esperar, sobre todo, que esta noche no te pongan garrafón. Y todo lo demás.

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