lunes, 21 de enero de 2013
Django Desencadenado
Fue una necesidad. Sí, una necesidad. Eso fue. Ir a ver la última de Tarantino. Y sangre, uno necesita poner en su vida sangre. Mucha sangre. Echando de menos a True Blood, uno necesita mandíbula cuadrada, necesita sangre, necesita palabras encadenadas, necesita vocabulario, necesita un adiós lisérgico y muchas cosas más. El Django desencadenado no es una obra maestra. Tarantino, después de Reservoir Dogs y Pulp Fiction, nos mira por encima del hombro. Sólo lo tapa Adela, y eso porque está muy gorda de tanto comer hamburguesas. Déjate eso, nenica. Pero a lo que iba con be. Tarantino hace cosas con las que se lo pasa bien. Y una de esas cosas es Django desencadenado. Risas, gracietas alemanas, negras que hablan como la Merkel, trajes azules, caballos que acariciar, Mississippi al poder y muchas cosas más. Después de Jackie Brown todo cambió. Es verdad. Y Death Proof es una obra maestra. Y todo lo demás.
Se pasan rápidas las dos horas y media de película, al más puro estilo tarantiniano.
ResponderEliminarMás sangre al principio le hubiera metido yo.
ResponderEliminarQué insaciable.
ResponderEliminar