Hay que verlo sí o sí. Desde el principio hasta el final, emocionante. Aunque no te guste el golf, estás tardando, olvida los vinos de Pontevedra por un momento y siéntate una horita. Empieza con la emoción de María Escario, de Matías Prats y de Michael Robinson, y acaba con Olazábal, y con el llanto de su madre. Único.
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