jueves, 27 de junio de 2013

Mad Men. Sexta temporada

He leído unas cuantas entradas desde que hace tres días se acabó Mad Men en su sexta temporada. No creo que sea una bajada a los infiernos como algunos dicen (perdona Bibi Aido que te ignore por un rato). No creo que sea una apología del alcohol. No creo que sea un Don Draper por encima del resto (porque siempre lo ha sido, y eso no es una novedad). Draper los empequeñece a todos: a Sterling, a Joan y a todos los demás. No es fácil ilustrar con imágenes y sonidos la Yankilandia de 1968: si ha sido bien retratado el golferío nocturno, el peligro, las ratas sangrantes, la muerte de MLK y de Bobby el hermanísimo de JFK. Vietnam fue un caos, por supuesto, pero como todas las guerras pero con armas más sangrantes. No sé que nota darle porque me quedaría corto, como siempre, con Mad Men. Hay mucho exigente que no se ha dado cuenta de lo que bebe: ese es el peligro de pasar años con caviar y champán a tiempo completo. A veces, ni el caviar, ni el champán, ni la mejor actriz francesa es suficiente. Y, la familia, está para molestar, para clarear y oscurecer una tarde, para pensar lo mal que se ha hecho a veces, para reflexionar sobre el futuro de las niñas y recordar aquella casa con cinco escalones donde pasamos unos años lamentables. Y siempre podemos poner la tele para ver a Don Draper. Y todo lo demás.

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