Don Andrés, como es costumbre, nos felicita la Navidad, como Dios manda, y nos recuerda navidades al lado del emigrado a tierras de Susana (aunque nos considere amigos de serie B, aunque no seamos sus amigos de verdad cuando sale de África y vuelve a Europa), y recuerda andanzas nocheviejales en El Cuervo y en Marathon, allá hace casi una década, cuando todo parecía distinto. Muchas gracias, don Andrés.
Y todo lo demás, también.
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