jueves, 30 de enero de 2014
Limbo
Antes lo tenía en un altar. Sí. En un altar. Pero algo ha cambiado en Agustín Fernández Mallo. Creo que podría ser más prolífico y olvidar ciertos aspectos que hace que su obra se diluya. Divertimentos al margen, opiniones siempre excéntricas, Limbo es una buena colección de escritos que juegan con la casualidad, aunque no exista. Empecé su lectura, con opinión cambiante. Las referencias al Heisenberg desencanto y a Einstein, y a figuras nada retóricas dan que pensar. Y cuando se habla de secuestros, de distinto tipo por encima del Trópico de Cáncer, todo es discutible. La reclusión y sus daños colaterales, y sus ventanas y platos, y sus cables y sus comidas, y sus ausencias. Los viajes y sus penurias, las niñas y sus fotos, los mataderos y sus chimeneas, los padres que hacen cosas inexplicables por sus vástagos. Todo tiene un origen, todo tiene un motivo. Muchas veces no lo entendemos, no entendemos como caemos en una conversación kafkiana en mitad de la nada. Y los gemelos no tienen explicación, como no la tiene la planta 12 de un edificio (semi)colosal. Como siempre, la lectura nocillesca es atrayente, aunque llevaba años sin escuchar The Magnetic Fields. ¿Demasiados? Quizás. O tal vez fue cierto desencanto después de su versión de El hacedor, o que el último experimento no me gustó tanto. No lo sé. El desarrollo de ciertos sentidos lleva implícito la falta/ausencia de otros, y la paciencia de/con los sordomudos, atroz. Tanto o más que 200 mentiras, o de las que hagan falta. Llevo casi 22 años sin subirme en un avión, y no recuerdo las bolsas de vómitos, o si existían en aquel entonces, aunque recuerdo mucho de aquella etapa preDeamTeam. Sí recuerdo por contra, el FIB del 2011, si recuerdo esas actuaciones de Primal Scream, de Arcade Fire, de The Strokes, de los Artic Monkeys, aunque de Sábato, más que El túnel recuerdo Informe sobre ciegos, del cual escogía citas que ponía en trabajos y exámenes de la carrera, y que relaté en una oposición ante el tribunal, aunque dudo que esos cinco palurdos que tenía delante lo hubiera leído. Es difícil seguir el camino de la muerte, aunque a veces no haga falta recorrer de Atlántico a Pacífico, de Palma al infierno de lluvia francés. Y todo lo demás.
Pues menos mal que te acuerdas del fib de 2011...
ResponderEliminar¿EEEEEEEhhhhh?
ResponderEliminarSí, la memoria selectiva.
ResponderEliminar