jueves, 13 de marzo de 2014
El corro de la patata
La foto del epílogo valcarcil y su bochornosa sucesión es digna del Goya más siniestro, de supersticiones amargas y procesión con aroma de incienso. Sólo faltan pétalos en el suelo, solo faltan secuaces de adoración de fondo. El periodo valcarcil, con sus sombras sin luces, solo ha sido una sucesión de un tres de mayo de 1808 detrás de otro. El personal, en vez de subir los brazos, los bajó hace mucho tiempo. Ha sido una agonía larga, y ya se sabe que las agonías largas son las peores aunque suene un disco de Beck de fondo. Ni Ruiz, ni Garre, ni Sánchez, ni el casi ex, ni el alcalde de la capital del reino son dignos de una buena maja desnuda. Bueno, podríamos decir que no son dignos de representar a un pueblo al que aburren y dejan de lado en sus decisiones. Saturno devora a uno de sus hijos, no sabemos si imputado o no. Nunca lo sabremos, como la autoría de ciertos cuadros. No valen ya colosos, que son más falsos que un billete de Mortadelo. El quitasol para la casita de Hombre y Mujer, de La Torre, de los Alcázares, de Campoamor, de Torrevieja, de Los Nietos, de Cabo Cope o donde toque umbrear, que a fin de cuentas es lo mismo. En esta particular versión de la familia de Carlos IV (aunque se añora a María Luisa de Parma y su careto), todo son disparates, todo perros semihundidos, todo gallinitas ciegas. En esta tauromaquia fuera de condomina se ha adelantado el entierro de la sardina de un 26 a un 4. Tampoco es tanto en la mediocridad, digo yo. En esta casa de locos no encontramos a nuestra Isabel Porcel particular, ni a nuestra Carmela Soprano nurseada en el Reina Sofía buscando los ansiolíticos en busca de la verdad absoluta. Y lo único que se hace es retrasar unos meses el duelo a garrotazos entre los esquinados. ¿Visión fantástica o Asmodea? ¿Quién hace de Judith? ¿Quién de Holofernes? No los vemos (ni los imaginamos), a estos tipos, leyendo. No digo que su coeficiente intelectual sea lebrillístico, pero está por ver. Y todo lo demás.
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