El gran
Leonardo Sciascia, esté donde esté, se estará tronchando.
Con tito Silvio, y sus llegadas en helicóptero a San Siro y todo lo que después vino. La mafia, casada con Dios a horas y con el diablo en las impares, lleva siglos en lo que desde finales del XIX que es Italia
llenándose el buche. Esto es solo otro episodio más, otra viñeta.
Una de tantas.
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