miércoles, 2 de septiembre de 2015
Show me a Hero
Nadie se acuerda de los que cimentaron el estado del bienestar. Nadie. Nos hemos acostumbrado a que todo sea cotidiano. Normal. Que salga agua por los grifos y todas esas jodiendas con vistas a la bahía. Bajamos 300 kilómetros al sur y no es tan normal. Nada. Ni normal ni agua. Show me a Hero no es un tocino de cielo. No es azúcar. Es desagradable en muchas ocasiones. En sus primeros capítulos hay demasiados gritos, pero es que la vida es un rumor hasta que te salta la tapa de los sesos en mitad de un cementerio después de ver a tu padre muerto. Es así. Llegas joven al poder y luego todo es un sucedáneo. Una jodienda con vistas al Hudson. Todo es mentira en nuestra vida. Todo o casi todo. Todo es mierda sobre mierda. Recomendable para ver que nada es perfecto y en la imperfecciones está la salvación. O tal vez no. En la vida tenemos nuestro Treme particular, nuestro The Wire particular, pero lo de las viviendas sociales es otro cantar. Todos vamos de pijoprogres pero nadie quiere la vivienda social al ladito de la propia. Nadie. Lo demás son bacalás.
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