No me lo había pasado tan bien con ropa en años. Esa es la sensación que tuve tras las dos primeras escuchas de Salve Discordia de Triángulo de Amor Bizarro. Y para muestra, O Salve Eris. Vaya sonido y vaya letras. Visualizar las tres espadas. Ilustrar con argumentos un muro de agujas. Pensar sobre el caballo negro. Y todo lo demás.
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