Sigue la racha de hiel. De hiel bien hecha. Con cuidado y detalles, con esmero y dedicación en la segunda temporada de Happy Valley. Esa racha de dolor que nunca acaba y que en algunas personas es de por vida. Hasta el momento de llegar al cementerio. Hasta que te llegue el agua bendita y las flores que te pone de oficio la funeraria. Y múltiples aristas en este artefacto casi perfecto de dolor que es la vida nuestra de todos los días, de todos los sitios, de todos los odios y de todos nosotros.
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