Volvimos a intentarlo pero fracasamos. 85 minutos no son suficientes. No fueron suficientes. Nada. Todo mentira. Nada de conversaciones sobre la la lucha por la supervivencia en los cafetales hondureños. No sirvió de nada. Cuando no hay nada de que hablar, todo es gravitación universal. Pensando en la financiación del siguiente gintonic, le plantamos cara a la sed. Pero no. Ni las imágenes, ni los versos de Gimferrer, ni los ajustes de Bruselas, ni las jodiendas con vistas a la bahía. El último crucero solo trajo más mierda con piernas, la misma mierda pero con distancia procedencia. Y todo lo demás.
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