miércoles, 4 de mayo de 2016

¿No era una perdiz? ¿Un pato? ¿Palomas?

El domingo encontraron en la pedanía de la residencia catastral el cuerpo sin vida de un individuo. Joven. Suicidio. España no recuerda ya el número de personas que en su desesperación, sin trabajo, sin agua corriente, sin energía eléctrica, deciden acabar con su cuento, su vida y su triste existencia. Son números. No son los 17 días que han trabajado nuestros políticos nacionales en los últimos 4 meses. No. Números. Bartolomé, el hijo de Homero, en su amarillismo diría que los multiplicásemos por cero y así serían ceros, muchos ceros. Y al ser cero no existen, porque en realidad no existen. No los vemos. Y si los vemos cuando bomberos, policía, juez y todos los demás van a levantar, soltar o lo que hagan con el cadáver, miramos a otro lado. Los putos números. Los olvidados. Dos patos tenía ese cuerpo ya sin vida en su pequeño trozo de terreno sin luz ni agua. Dos putos patos. Otros dos putos números. Y todo lo demás.

2 comentarios:

  1. Estadísticas, números, letras, cansancio acumulado y un túnel infinito que parece que nunca va a acabar, pero siempre hay un más allá. Los puntos suspensivos que nunca acaban...

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