Recuerdo que cuando andaba yo camino de la estación al instituto, o del instituto a la estación, por tierras de Beniel cuando trabajé por aquellos territorios fronterizos, empezaron a cambiar los nombres de las calles. Ocho años. Hasta ganó Obama. Y ahora, preguntando por nombres de calles, y mandando las faltas de asistencia con campechano boca abajo, los nombres no serán los mismos.
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