Y seguimos enfrascados en mitad de la catástrofe, en mitad del fraude de las expectativas, en la posición central de perder el tiempo. Sigue el miedo, sigue el cambio (a peor). ¿Las Azores solo existen en nuestras cabezas? ¿Negamos la existencia de Las Azores? ¿Y si cambiamos el nombre de Las Azores por el de timo? Y entre epítasis y prótasis, se supone que encontraremos Las Azores.
Es allí donde tiene su fuerza.....
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