domingo, 2 de abril de 2017
El sueño y otros relatos
Empieza José Luis Cano Clares su obra El sueño y otros relatos con una referencia a Antonio Machado, recurrente: "De toda la memoria, solo vale el don plecaro de evocar los recuerdos", para hacernos una idea de lo que nuestras retinas se van a encontrar. La introducción también la empieza con el hermano de Manuel, recordando que "Y todo en la memoria se perdía / Como una pompa de jabón al viento". Y el primer capítulo comienza JLCC recordando versos de Nicolás Guillén, y entrando con "Las estaciones". Hay sabios doctores para recordar momentos, y escribe el autor que "lo sencillo, aunque no lo creamos, vuelve a triunfar" para terminar Marzo, la luz regresa. En Viento polar, recuerda a Robert Graves (ya olvidado en nuestras bibliotecas) el poder fertilizante de los vientos llegados del norte. En Fiesta en abril, escribe José Luis, que "los paraísos vacíos carecen de sentido, y no existe el gozo que no se pueda compartir". Las nieblas de Boria nos llevan a sus orígenes lingüísticos, a la boira de Cataluña, a momentos brumosos que nos indican, en palabras de JLCC que "no es preciso desvelar la sorpresa". Y pasando por Orihuela, nos recuerda a Miguel Hernández, "Qué melancolía de luna / tan pálida y sola, / ay que frío y ay que dolor". Con Aún es otoño nos recuerda "experiencias, contrastes y sensaciones". Como si tratara de una frase de Lock & Stock, en Tiempo para pensar el autor habla de momentos como "la pausa ese intervalo muerto o tiempo de silencio, de breve intercambio de ideas u opiniones distingue al hombre de la máquina; es por así decirlo, un signo de libertad, algo imprescindible para el funcionamiento ordenado de nuestra mente". Después va El tiempo nuevo, con escenarios que nos hacen protagonistas de cada uno de nuestros momentos. Con Colores del otoño, nos lleva a esa misma mente, pausada o no, al olmo machadiano. El capítulo segundo, El sueño, empieza con una evocación de Jorge Luis Borges: "He cometido el peor de los pecados/ que un hombre puede cometer. No he/ sido/ feliz". En El despertar, JLCC habla de aspectos cotidianos; en A continuación, muestra ideas que pensamos muchos pero que no todos decimos en voz alta: "Está de moda aparentar ser de izquierda, y en casos manifestar el monumental cabreo que les produce el que la población de forma mayoritaria discrepe de sus doctrinas. Se desprecian los resultados de unos comicios y a quienes votaron aquellos que estos gurús rechazan". Y añade: "Predominan los sofistas y se justifica de forma loca lo que se quiera al negar la mayor". Y retrata nuestra farsa de Estado: "Seguimos instalados en esa idea heredada del antiguo régimen de que somos un país rico, que el estado paternal puede atenderlo todo y que las cosas las debe pagar otro, sólo que por entonces no había marchas ni tampoco camisetas". Y pone énfasis en el Principio de Peter que ha convertido en ministras a estúpidas integrales: "Jóvenes y jóvenas dijo una de estas lumbreras encargada de la igualdad como mayores y mayoras dijo otra al expresarse en una ocasión para erigirse ambos en redentoras de las féminas sometidas por el machismo, empezando por los guardianes del lenguaje, que han impuesto eso de que el masculino lo englobe todo". En Camino de la ciudad habla de sueños y recuerdos, de paseos y caminos a medio hacer, y, si hace faltar, poner en la retina la actuación del circo de la cabrita. El capítulo tercero, Este verano, lo inicia el autor con palabras de Jorge Gaitán Durán, y nos recuerda las moscas que evocaban todas las cosas según Machado y que Alberto Cortez nos cantaba cuando poníamos en la radio aquellas cintas hoy olvidadas. Siguiendo con don Antonio, pasamos al cuarto capítulo, Entre la tierra y el mar. "Yo en este viejo pueblo paseando/ solo, como un fantasma", escribió el que luego murió en Collioure. Con Los veraneos, nos lleva a tiempo de calor y fiestas, con ese 29 de junio en el que se dejaba la escuela. Y luego, el Ferragosto, hecho en España a base de jaranas que van de la Virgen del Carmen a la Virgen de la Asunción. Y por San Roque, 16 agosto, chubasquillos y cambios de colores en los cielos, y esa segunda mitad de agosto que antecede a los truenos de septiembre. En La casa y el aljibe trae momentos de casa y suelos, de ensayos pianísticos y ruidos varios. Con La fonda de Facundo nos enseña momentos de la geografía costera, de Cabo Tiñoso a otros lugares cartageneros. y los cines de verano y las boleras americanas. En El Sonido de las olas mezcla imágenes del Corazón de Jesús con las casas que van de la Sierra Minera unionense. Con La fantasma y otras historias hay cuentos sobre vampiros, sobre murciélagos, siempre teniendo a mano un crucifijo por lo que pudiera pasar. El ciclo del gorrino muestra esos momentos que mezclan lo nuevo y lo presente, la sustitución del cerdo, "a cerdo muerto, cerdo puesto". Como en la política, para entendernos. El capítulo quinto, El primer sueño, empieza con versos de Alberti para ese primer sueño profundo para que ruede la caracola. París, los sueños, el origen de los niños y todo lo demás mientras te tomas unos churros. Simetrías es el título del sexto capítulo, en el que José Luis empieza hablando de las personas que nos encontramos en los bares, y de los parecidos y las diferencias de cada uno de nosotros y de lo que nos distancia y nos acerca, tres simetrías, tres momentos que nos retratan en cada uno de nuestras singladuras. Tal como somos es el título del séptimo capítulo que también empieza con versos de Nicolás Guillén. Empieza esta octava parte con Mirándonos el ombligo, ese ejercicio tan importante como hablar de uno mismo en tercera persona (aunque José Luis recuerda la fábula, galgos, podencos y todo lo demás). Y como todo buen ombligo, antes o después, tiene pelusas y nos lleva a hablar de esas "naderías" que nos recuerda JLCC. Quizás no tengamos un mañana, pero hablar de lo nuestro es lo más importante. Política, fútbol, corazón, cualquier cosa para dar nuestra opinión de mierda que cantarían Los Punsetes. A través del recuerdo a Vicente Medina llegamos a Cansera, ejercicio hiperclásico en tierras segureñas. Aquellas cuatro espigas... Como si de Miguel Espinosa se tratara, nos trae a la memoria a los mandarines que nos gobiernan en A su medida. Esos mandamases que llevan el mandato alargando y estirando el chicle hasta la extenuación, dándole hilo a la cometa para que no cambie nada más que su cuenta corriente. Y recordando El Príncipe maquiavélico resume a la perfección lo que suman nuestros políticos: mediocridad, endogamia y nepotismo. La octava jornada de este sueño es el Elogio de la morcilla, y si se recuerda con palabras gongorianas, mejor que mejor. Te llega una sonrisa a la boca con ¡Morcilla Que hermosa Eres!, con el caciquismo como bandera de nuestra política provinciana de De La Cierva hasta ahora. Lo escribe José Luis: "Avaricia, pelotazos, morcillazos". Cuentos de Navidad es el noveno capítulo, que no empieza con Dickens sino con Juan Ramón Jiménez y que lleva a blancos momentos, a situaciones de 2002, de 2009, de 2010, de 2014, de días de Reyes (ese día en el que "la ilusión no prescribe"). Y para acabar, nada mejor que Las Navidades paganas que dan título al capítulo décimo que preceden a las Palabras finales con las recordando a Machado y a Azorín nos lleva De vuelta a casa. Y todo lo demás, también.
Los sueños o las renuncias a ellos?
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