martes, 4 de julio de 2017
Bajo la noche
Tras las citas de James Joyce y Ezra Pound empieza Bajo la noche de Exabierre Eder. Genésis bíblico hablando, empieza todo. Desde la primera página marca territorio (entre Bic y Bic) el autor: "Ante la imperiosa presión o prisión de los denominados poderes fácticos". Los que lo controlan todo. O casi todo. También pone en una misma frase, y con razón, delincuente y asocialidad en una misma frase. Desde el principio, todo clarito. Cuando estoy en clase y digo Hoja del lunes, nadie entiende nada. ¿Por qué no enseñan los abuelos a sus nietos lo que era La Hoja del Lunes? Y la delación de la envidia, del qué dirán, de la mentira continua. EE, en pocas palabras, ilustra una situación sonrojante: "Alcanzar la calle para sentirse delatado otra vez más". Otra vez. Algo común. Algo "de toda la vida". Algo como la costumbre, moda ya no se sabe si envejecida o de pantalón campana sí, pantalón campana no. Sorprende la locuacidad de la narración de Exabierre Eder, esa manera de retratarlo todo y a todos. Frases lapidarias que enmarcan en agendas y cuadernillos, modismos que apuntar mentalmente para compararlos con la mediocridad reinante en el siglo XXI. Hasta hoy, ciertas situaciones las definía con la manida "de la tortura a la felicidad"; el autor de Bajo la noche lo hace con "el paso de víctima propiciatoria a verdugo descarnado". Y ya te quedas sin epítetos, te quedas en una desventaja literaria que no sabes como admirar. O sí. Volviendo a leer esas primeras páginas en plan bucle, y quedántote con ganas de leerlas en voz alta ante un auditorio deseoso de frases bien hechas. ¿Somos capaces de pensar en los dolores que no sufriremos ante ropas que nunca nos pondremos? ¿Cómo planteamos un dilema tan original? ¿Por qué hasta julio de 2017 no había leído Bajo la noche? Y en mitad de la jarana, solo queda una: "Política de recen lo que sepan sí es que saben no importa en qué credo". Esa forma de pintar una situación, un fiestón sin final, una penúltima copa antes de la antepenúltima y repetir esa jugada hasta que el cuerpo aguante (si es que aguanta, si que es se le puede poner fin a la noche antes de misa de seis). Látigos que hay que poner en marcha; zurriagos que buscan carne en la que hacer sangre; cordeles ansiosos de epidermis que quebrantar. Escribe EE desde el principio de Bajo la noche sobre la inflación. Cuando en tercero de la ESO hablo de la inflación, de la ley de la oferta y la demanda y de semejantes majaderías, los niños se quedan en blanco. Música celestial para neonatos en la UCI del hospital. EE escribe sobre la inflación a la vez que lo hace de "los ocupantes de las aceras". Frases que reflejan realidades como subsidios de desempleo que se dejan de cobrar. 6%. Buena tasa para inflacionar o dejar de comer y, si hace falta, de respirar. Resume la situación EE con las siguientes palabras: "truenos retumbantes que preconizan un diluvio apocalíptico". Todo esto antes de la crisis del 2007, del robo y el cachondeo del FROB, del FLA y del cachondeo de bancos y cajas de ahorro gobernadas por políticos ineptos que se ríen delante de nuestros caretos. Nunca pensabas que tres letras juntas, NLC, daban para tantos en distintos y diferentes contextos. Nunca, nunca, nunca, cual epopeya florentiniana. ¿Quedan buenas mulas para arar como Dios manda? ¿Quedan burros que emborrachar para que tiren del carro y puedan pasar el puerto seco fronterizo de turno? E imitando el espíritu de Steve McQueen, aparece la huida del desengaño. Insultos en idiomas varios, latinismos para sacar la bilis que llevamos encerrada décadas y que no había salido a la luz en condiciones. ¿Se puede discutir la autoridad? ¿Se cumple el axioma ederiano de "Autoridad quién sabe/Potestad quién puede"? ¿Se cumple la ecuación ederiana de "legitimidad/asentamiento/poderío/mando? Le pone EE distintas etiquetas a la referida huida: gris, espantada, sin reproches, incluso bochornosa además de paliativa. Sabemos, los que por aulas andamos, que se busca la titulación y el diploma, que a los diez minutos de acabar casi todo se olvida. Casi todo. No siempre, pero muchas veces si. Nueve palabras lo resumen todo: "Se pasa por aro o se tira la toalla". Tal que así. Y en otras cinco: "Estamos solos y ellos comparsados". Vidas fugaces en las que tenemos que apechugar. No queda otra. Y del BIC pasamos a la Montblanc, como el que pasa de cerveza a vino, como el pone de manifiesto los "rencores y las rencillas históricas". Para superar ese invierno que nunca acaba podemos acabar usando sucedáneos como el "alcohol, dejadez y depravación falazmente placenteras". Creemos que sirven para algo, para olvidar, para reflexionar, para atenuar la existencia, pero no es así. Y sale el lobo que llevamos dentro, el odio que se manifiesta en palabras de EE en un hundimiento que hace reflexionar: "Sumiendo a la sociedad entera en el penoso compromiso de recurrir a la violencia coercitiva, desde un punto de vista aséptico realmente odiosa". Y siempre hay una mala hierba discordante, una mala hierba que rompe las reglas versallescas del jardín bien edificado. No al desorden y no redoblado al caos. A esos extremos no se puede llegar. Todo vale para alcanzar un puesto garantizado, un puesto con secretaria y ordenador con el que asegurar un jornal con trabajo inexistente pero que nos sirve para alcanzar las "cumbres celestiales del bienestar y la abundancia". Viva la política de hechos consumados. Nadar incluso antes de guardar la ropa. Y las variantes de nuestro NLC particular se multiplican por un curioso fenómeno de ósmosis histórico como si fuera un virreinato en la península ibérica, en América, donde hiciese falta. Todo se consigue con la disciplina adecuada para llegar a la Corte Celestial o donde nos propongamos. Y vuelta al terror, al pavor, a la huida. El salto a la segunda unidad, tras la cita de sodomitas y gomorritas en el horizontes del Génesis, nos lleva la Pamplona urbanística, de "monstruo insaciable bautizado urbanización" según EE. Fotografías de una sociedad que nos retrata a cada momento: " Imagen complacida que tenéis de vosotros mismos con el gintonic en la mano". ¿Para qué algo más? Hay más, hay "neveras reventadas por la abundancia". Alcohol y billetes en la "mayor renta alcohólica de las europas". Y hablando de procuradores y políticos varios, sentencia EE: "estamos administrados por unos Próceres que no saben percibir muy bien las aspiraciones populares, que no se acaban de enterar por dónde les da el aire, ni si es cierzo o bochorno". Político al sur de los Pirineos. Siempre. Y la prensa que resumen la mierda diaria. Y ese funcionariado que hay aumentar, alimenta bocas sin freno ni control, que hay que crear la red para que nos deban favores de todo tipo. Y la farra y la "fauna noctívaga" que nos rodea e inunda. Más de los que creemos. Y los recelos familiares, y las conductas impropias que hacen que te vayas a reflexionar al Tíbet o a las antiguas colonias de Francia en Asia. Pero todo se puede reconducir, y, como serie de televisión nórdica, encontrar el norte después de días de oscuridad y frío y nieve en la nariz y en los sesos. O tal vez, no. Escribe EE de "esa comodidad de vivir en el estiércol", de no tener aspiraciones ni retos ni metas en el alto de la etapa reina de montaña del Tour de Francia. Heráldicas y Sanchos varios, como si de un tema de oposiciones se tratara el asunto de buscan el origen de los apellidos. Hidalgos todos, cuanto menos. Y el pasado, y las guerras, y las sotanas, y ese puzzle en el que todo se une y se separa, rompecabezas para humillar en el momento justo y a la persona adecuada con la venganza correspondiente. Tres píldoras o cuneta, depende de la fecha. ¿La solución son los hunos? Se pregunta el autor, de nuevo, buscando perspectiva sobre la sombra, anteojos de vida: "Solo los bárbaros pueden acabar con la barbarie". Tema espinoso. Muy espinoso. Y de ahí, a la Plaza del Castillo y al resto de barrios y plazas, sean rojas o no. Totalmente de acuerdo con el autor que los bares son referencias específicas, muy válidas, de rápida asociación de ideas. Y Witiza, y el Conde Don Julián y todo lo demás. Y la imposibilidad de discutir en condiciones sobre el aborto y el divorcio, que la Santa Madre Iglesia sigue mandando y mucho. Y por encima de mucho, otro escalón, que las Sagradas Escrituras están para algo. Esos muros de piedra de la historia son inquebrantables, aunque no siempre incorruptibles como Robespierre (no nos metamos en jardines, que podemos caer en la tentación de llamar a la profesora González y acabar en preventiva hablando de la Revolución Francesa). Escribe el autor hablando de la ciencia que Heródoto de Halicarnaso nos comenzó a infiltrar en vena: " Tarea vasta de edificar y derruir y volver a edificar sobre las ruinas que configuran la andadura sempiterna de nuestro pueblo". Y de todos los pueblos, de las naciones y las comarcas, de las entidades locales menores y las pedanías olvidadas de la mano de ese Dios que creó a la mujer y al hombre a su semejanza, y de otros cabildos y lugares también olvidados de la mano de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Y el fuero, y el clan, y la cuadrilla y la familia, y su defensa a ultranza, y sus privilegios, y sus reglas escritas o no. En mitad de la evangelización, los poderosos no se doblegan. Siguen, con sus cuarenta dogmas, o los tengan que sumar, imponiéndose. La terminología sirve, entre este y oeste, para eliminar lo defectuoso, lo gastado, lo que ya no funciona en condiciones. No hay concesiones para lo imperfecto. Y borrachos somos y en el camino nos encontraremos. En el seno de nuestro rebaño, de pub en pub vamos de ginebra en ginebra, vamos sumando etílicos momentos en nuestra travesía particular. Y el siguiente salto nos lleva a definir los pañuelos, los moqueros de toda la vida. Y las preguntas de los sucesores de San Ignacio de Loyola en mitad de la calle ante las que no se puede ahuecar el ala. De ninguna manera de escaparás. Seguro que no te escapas. Navarra como reserva espiritual, teología por los cuatro costados. Ya no hay jueves que brillan más que el sol, aunque por aquel entonces sí. ¿Seguro que abril es el mes más cruel? ¿Por qué beber? ¿Por qué huir? Escribe EE: "Toda foto, como todo recuerdo, es de cualquier modo una traición". Cohetes y autores hispanoamericanos que caen del cielo. Disfrutar de la literatura. Y Borges y su lazarillo perro. Y Vargas Llosa sin Isabel. Y todo lo demás, también.
Cada uno elige su camino.
ResponderEliminarLa primera parte del libro es espectacular
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