sábado, 16 de septiembre de 2017
Manhut: Unabomber. Primera temporada.
No resulta fácil, por momentos, ver Manhut: Unabomber. Un colgado poniendo bombas. Así se resumiría en 4 palabras. Y en menos también. Un cabronazo desocupado loco. Siempre le digo a mis alumnos que cuando duden, cuatro palabras. Solo cuatro palabras rápidas. Unicamente juntar palabras huidizas. O de las otras. 4-4-4-4. Dulce nada, dulce nada. Pero esta primera temporada de Manhut: Unabomber es mucho más compleja que un resumen de cuatro palabras de nada. Mucho más. Muchísimo más. La búsqueda, el origen, los motivos, las causas. Inexplicable no entra en el vocabulario de un perfilista de locos del FBI. No. No hay nada inexplicable ni inimaginable. Cualquier asunto es posible. Todo es posible. Seguro. Todos tenemos un pasado que esconder. Ofensas del pasado que hay que materializar en el presente. Dolor. Infamia. Imposibilidad de relaciones estables. Locura sanguinaria. Utilización. Púas. Lo que cuesta pillar a un loco de esta calaña. Y condenarlo. Y, luego, encima, salen imitadores. Y todo lo demás, también. El límite entre derrota y victoria, entre pasar a la posteridad o pasar al anonimato, entre perder(se) en una biblioteca de Montana o en una celda en ninguna parte. Vivan los límites. Y todo lo demás, también.
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