viernes, 3 de noviembre de 2017
1993. Primera temporada.
Empieza 1993 con música de encendedores y monedas lloviendo sobre Craxi a la vez que Berlusconi empieza su camino hacia el gobierno. Nada nuevo en la política italiana: mierda sobre mierda. Con cadáveres sobre el camino, pero 1992 también era esa historia. Continuación de ese tinglado que tan bien nos cuenta Sciascia. Como otras veces. Tuberías con ruidos y sabes que cuando esa música suena, peligro. Mucho peligro. Cárcel para arriba, cárcel para abajo. Familias que quieren saber y familias que miran para otro lado, siendo los mismos familiares. La misma Italia de la que nos habla Ángel Calvo en su canción la encontramos en 1933, con Berlusconi pidiendo compañeros en vanguardia y retaguardia, con Bossi buscando secuaces en la zaga y en la delantera. 1992 sigue presente en 1993. Es duro luchar contra la pared que devuelve la pelota como si Federer tuviera hiel en sus lágrimas. Y ese germen de partido pero que no lleva el nombre de ningún partido: Forza Italia. La aficción, el equipo nacional, llenar campos de fútbol. Forza Italia, en principio, no fue tomado en serio. Eran las Mama Chicho, el Canale 5, el invento. El invento, y su temporal unión con la Liga Norte. Nadie lo tomó en serio hasta que tuvo que ser tomado. Esas monedas, las monedas del principio, la plata y los rufianes, las liras que llevamos dentro fueron las que llevaron a la cima política a Berlusconi y Bossi, a lo inepto y lo nacionalista (aunque tuvieron que frenar durante un tiempo su deriva nacionalista porque, para un rato, Roma está bien). Y hasta los que sacan la horca en el parlamento tienen su propia medicina de corrupción. Y video con video se paga, aunque una canción de Pearl Jam nos salve cinco minutos de la deriva o del suicidio o de una brisa en Ostia. O tal vez, no. Todos tienen peligro, pero el mayor es el no tomar en serio a los demás, como le pasó el PDS, perdiendo una oportunidad histórico, que ni su primigenio PCI tuvo en un contexto mucho más contrario. Y el dramón de la sangre infectada, y que tenga que ser Beppe Grillo quien nos lo recuerde. Y a cada cerdo le toca su San Martín, y video con video se paga y acerquémonos que, acusación y defensa siempre tienen que estar cerca. Cantemos la canción, que para eso fue compuesta. Y hagamos selección de personal, y tomemos la iniciativa aunque tenga que ser una estudiante de Ciencias Políticas, una Alicia en un país sin maravillas sino de corrupción, la que nos ilumine. Somos hojas secas en una piscina circular enorme. Eso es lo que somos: un desecho esperando ser recogido para acabar en un contenedor. Las risas que humillan serán devueltas con rechinar de dientes bíblicos, que a cada comunista le llega su momento berlusconiano. Y Craxi en el horizonte, otra vez. Y la unión que no hace la fuerza, sino la mierda. Y las escapadas, y las mentiras hechas agujas en los brazos, y las huidas a Panamá, y los disparos en la noche de un diciembre que no acaba nunca, y el libro que muestra las ruinas interiores pero no deja de ser una Julia Roberts idealizada haciendo de puta, y el Processo Enimot, y Beppe Grillo en la Rai hablando de Berlusconi mientra los excomunistas beben Negroni. Grandes momentos los que nos deja 1993, grandes momentos que recordar, grandes momentos de escoria, juicios, SIDA, corrupción, bambalinas varias, personas que aparentan lo que no pueden conseguir y otras que tienen el cielo pero viven en la mayor de la ruina. Todo es mentira, ahora, y también en 1993. Y punto.
Coda: Bendita lluvia ante la escasez.
Coda 2: En el día de hoy, todos los días, hay que recordar esas palabras de Bettino Craxi ante Di Pietro...
Coda 3: ¿Por qué no paramos el tiempo mecánico de reloj de una vez?
Prefiero ésta que las apocalípticas.
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