domingo, 19 de noviembre de 2017

Little Boy Blue. Primera temporada

La lucha entre pandillas, la lucha por un maldito código postal en Liverpool tuvo un daño colateral: la muerte de un niño, de un pequeño hincha del Everton que dejó su vida tras una bala que le pasó por la traquea. Esa primera temporada de Little Boy Blue en la que no sabes si llorar o mirar para otro lado, si buscar en esa camiseta azul algo de ilusión o buscar un billete a las Antípodas. Encima, cayendo tal cantidad de mierda (historia real), se te caen los palos del sombrajo. Los malos, al final, por hacer su trabajo, son los buenos: los policías, los vecinos que quieren decir la verdad o los que quieren seguir adelante. Imposible mirar para otro lado. O tal vez, sí. Nunca se sabe. El niño, que jugaba ese día que también jugaba Inglaterra, se vio inmerso en el fuego sin sentido, en la mierda que no lleva a ningún sitio. A ninguno. El era feliz en su santuario: sus banderas del Everton, sus posters del Everton con Arteta y David Moyes, sus papel en las paredas con el escudo del equipo que fue antes del Liverpool en Liverpool (otro día, si vamos menos cansados, recordaremos la opinión de Paul Preston sobre el Everton, el Liverpool y todo lo demás). El dramón no puede acabar bien porque es un dramón, pero da gusto saber que hay personas (aunque no se les reconozca) que luchan porque se vea la verdad, porque la verdad salga a la luz entre las nieblas de Liverpool. O de dónde sea.

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