Que sigan vendiendo crisantemos, que sigan las soflamas y los cantos de sirenas barcelonesas, que siga el cuenta sin fin y sin ardiente oscuridad, que sigan las ondas normales y las escapadas en 747, que sigan los medicamentos sujetos a prescipciones médicas y que siga sonando el Some Might Say de fondo. O tal vez, no.
Cada uno siente las cosas a su manera.
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