domingo, 14 de enero de 2018

Barry Seal: El traficante

Ahora que toca por todos, o casi todos, idolatran a esa panda de locos que eran los integrantes del Cártel de Medellín, hay que aplaudir un rato la figura desmitificadora que aparece de ellos en Barry Seal: El traficante. Que no todo sean palmas y gritos a favor. Eran malas bestias, que no se nos olvide. Pero esa solo es una parte de esta película. La parte más llamativa es la de la crítica a la administración Reagan en torno al tema de las drogas. Con el pretexto de la lucha contra la droga se montó un jaleo para esconder los verdaderos programas que Reagan y Bush Senior montaron en buena parte de América Latina. Los mismos ideólogos de las campañas antidroga del marido de Nancy eran los que en sus despachos de sus agencias de publicidad iban de coca hasta arriba. Hasta el cogote. Todo mentira. Pero siempre salpica, siempre hay algo que pese a todo, nos llega. El Irangate fue solo una de esas aristas de una pieza de una etapa oscura. Utilicemos divertimentos como esta Barry Seal: El traficante para recordar una etapa que fue un antecedente de toda esta maldita política yanki que tenemos en la actualidad. El uso de este tipo, Barry Seal, fue el de otro peón al que sacrificar por parte de todas las agencias que (des)gobiernan Gringolandia y el mundo. Que no se nos olvide, por favor.

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