Imaginad que estamos en un iglesia cualquiera un Jueves Santo cualquier; imaginad que se siente bien cerquita vuestro un figura endemoniado, sin calcetines en sus zapatos viejos, con un buen olor a vino y con el palillo en la boca; imaginad que el sacerdote de turno, puestos a inventar, decide saltar(se) la tradición del lavatorio e instaurar una doble paz en el rito; imaginad que el endemoniado os da la mano dos veces después de estar tocándose los pies en mitad de la misa; dejad de imaginar y visualizarlo. Real. Fue real. Y todo lo demás, también.
Vaya tela
ResponderEliminarUn show
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