martes, 6 de noviembre de 2018
House of Cards. Sexta temporada.
Vuelve House of Cards. Vuelve cambiando trece por ocho, cambiando presidente por presidenta, cambiando el marco pero con el mismo cuadro. Testículos por ovarios, pero siguen siendo los mismos mentirosos Underwood, las mismas mentiras, el mismo grifo abierto en mitad del desierto que nunca acaba. Si House of Cards es una gran mentira, la mentira tiene un precio. Todo tiene un precio. Siempre. Panfletos institucionalizados. Pero los panfletos hay que saber venderlos. Y nada como House of Cards para vender. Vender, y vender, y volver a vender. Y una sombra de duda, una sombra de muerte. ¿Victoria? ¿Derrota? Ya lo decían en Juegos de Guerra: "La única manera de ganar es no jugar". Culpabilidades mutuas. ¿Viudas con desolación? ¿Viudas esperando el día con que iniciar la viudedad? ¿Verdad? ¿Existe? ¿Ingenuidad si queremos encontrar la verdad? ¿En qué nos convertimos para utilizar las mentiras? Y poner en juego el verbo creer. Creer, creer, creer. ¿Somos personas? ¿Qué papel desempeñamos para los demás? ¿Por qué nos empeñamos en ser inalcanzables a toda costa? Pájaros y escapes, trabajos y psiquiátricos. Y no orines en ninguna tumba, no vaya a ser que te entierren en ella. Indultos como los de toda la vida. Todo el mundo se mete en cebollas, incluso los menos pensados. Y la empresa privada jodiendo la marrana. Promesas que hay que cumplir, con y sin el muerto. Y empieza este último asalto con una lucha de ovarios (mal)intencionados. Acrónimos que no llevan a ningún sitio. 241 años de mentiras. ¿Cómo éramos con seis años? Vaya usted a saber. ¿Qué hacen los políticos por nosotros? Abortos y nombres, personas reconocibles, mujeres que ya vimos en El Ala Oeste de la Casa Blanca. O tal vez, no. Todos contra todos. Y Siria. Ni más ni menos. Siria. Ya no hay rusos ni chupitos. La América corporativa. Bazofia de pajarito hecha prensa en 140 caracteres. Voces que inundan la nada. Y el Salmo 42 siempre presente, siempre aullidos y gritos. Siempre hay un bloguero en un bar, por eso hay que lucir(se). Fuentes primarias, fuentes secundarias, fuentes anónimas. Sombras y más sombras. Y la enfermedad y el adiós, las despedidas y las ventanas abiertas, mundos concebidos en primera persona compartida. Nadie está con nadie. Únicamente con el ombligo. Pensar con claridad es peligrosos. ¿Seguro que está lo que leemos y luego está la verdad? ¿Los hijos de puta avariciosos lo saben todo? ¿Seguro? ¿Pensamos suficiente en la mortalidad? Pálpitos, acuerdos, mierda sobre mierda. ¿La autoridad gringa imperial puede evitar la III Guerra Mundial? ¿Por qué no nos atrevemos una botella de 1945? Incompetencias que no esconden dolor y mentiras. ¿Por que hay personas que son incapaces de mentir? ¿La muerte suele venir de tres en tres? Decía el hombre de la camisa verde que después de una buena noticia siempre viene una mala. O muy mala. La paz, siempre la paz. ¿Está sobrevalorada? ¿Los muertos siguen en nuestra memoria? ¿Hay todavía rusos después de los Romanoffs con complejo de Napoleón? ¿La ambigüedad es un lenguaje materno? ¿La CIA es un terrorista cultural? Viva Rusia, como dice Robin Food, como se gritaba en el norte de España ante las fuerzas de autoridad franquista. ¿La verdad? ¿El cuarto poder? ¿Vender mentiras por la supervivencia de cierta prensa? ¿Locura es hacer la misma farsa siempre y esperar un resultado distinto? Y reir de faroles ajenos, de gobiernos feministas (ríete, estornudo Sánchez), de análisis genéticos y de hijastros e hijos de puta con los días contados. Y el fax en la era de Internet como vehículo alternativo de transmisión de información. ¿La profundidad está sobrevalorada? Va a ser que no. Y si te conozco, te haré daño. O tengo más posibilidad de hacerte daño. Mucho daño. No solo hay dos casos de dolor. Hay muchos más. ¿Fama o notoriedad? ¿Conspiración? ¿Collares de perros? ¿Apuestas? ¿El azúcar es gasolina para los tumores? ¿Cuándo será la continuación del 9 de agosto de 1945? En diez años... ¿todos distraídos? Violines para todos. Teléfono rojo. Posiciones encontradas. Diarios y llamadas perdidas. Lo dicho, como decían en JFK, "la traición no prospera, porque si prospera nadie se atravería a llamarlo traición".
La profundidad siempre esta bien.
ResponderEliminarY aquí, algún capítulo todavía se salva
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