martes, 1 de enero de 2019

Sabotaje

¿Por qué no gastar el tiempo en otra La piel del tambor? ¿En otra La Reina del Sur? ¿No? Vaya usted a saber. Sabotaje está por debajo de Falcó, y de Eva. Muy por debajo. Espiar, espiar, espiar. La guerra dentro de la guerra. Agentes dobles. Pasadizos secretos. Hoteles. Saltos a ríos. Asesinatos. Cuadros que nunca deberían pintar(se) o quemar(se). Trenes. Carreteras. Aduanas y fronteras. Sabotaje es una buena novela. Es interesante. Se lee fácil. Sin complicaciones. Lo bueno es que deja preguntas éticas en el aire conforme lo vas leyendo: lo que hacer, motivos para hacerlo, temporalidad para llevarlo a cabo, pros y contras. Matar o no matar (mujeres). Preguntas y charlas con música de fondo. Arte burgués y caro barnizado de vanguardia (y hecho en la retaguardia, bien lejos del campo de batalla). El frente, bien lejos. Hay que buscar respuestas y buscar soluciones. Sea como sea. ¿Estamos preparados para recordar la guerra española sin ambigüedades? ¿Somos realmente (im)parciales a la hora de poner en la balanza a republicanos y nacionales? ¿Tenemos moral? ¿Tenemos equidad? ¿Podemos cantar mentiras según sople el viento? ¿Para qué sirve el valor? ¿Para qué sirve la fe? ¿Para que sirve el patriotismo? De tipos con esas tres cualidades (o defectos) están los cementerios llenos. Todo es mentira (otra vez). Agentes dobles, pasar(se) al enemigo, el Sena jodiendo la marrana con bancos húmedos y gabarras sin triunfo y aspirinas al poder. Y los ingleses, siguiendo el viento de Levante. Y Falcó otra vez engañado como una perra (por otra perra). Cosas que pasan. Mierda sobre mierda. ¿Y por qué no hizo Pableras un mural sobre el bombardeo de Cabra? ¿O sobre Paracuellos del Jarama? ¿No tocaba? ¿Hubiera hecho lo mismo? ¿La misma mierda? Y saltar, y amaralmente hablando (o cantando), "salir corriendo". ¿Dudas? ¿Preguntas? ¿Observaciones? ¿Cuestiones?

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