sábado, 18 de mayo de 2019

Hágase querer por un magnate

Sí. Por un magnate. O una magnata. O un magnate. Unidas podemos zorrear en un gallinero jugando a zorras y gallinas. O en un avispero. ¿Queremos ser zánganos o reina?. En fin. Nada como un sábado a las 7 de la mañana y salir a andar y escuchar a los Artic Monkeys sin alumnos, ni madres de alumnos, ni jefes de estudios, ni directores. No. Artic Monkeys en plan aleatorio, como el centro de Roberto Carlos a Zidane en 2002. Pero no. Sales a andar y te pones a pensar cuando ves al magnate currando. ¿Necesidad? Ninguna. Tiene más perras que pesa. Pero los magnates son así: no saben delegar. Lo controlan todo. Viendo Billions te das cuenta que no debes delegar. O no. Pero ahí estaba el magnate de las patatas (primo del magnate de la cebolla, o de los magnates, o de los que jugaban con los billetes), entregando sacos a la embajada de Camerún en Aljucer, y al tío del puro y a los 13 secuaces que tenía esta mañana a sus órdenes en un trozo de tierra. Lo he saludado a lo lejos, pero solo me reconoce en misa. No somos nadie. Unidas podemas pero no podemas estar cojienda patatas a las nueva da la mañana. Tanta aaaaaaaaaaaaaaaaaa parecemos ministras de eduaciaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. ¿Merece la pena?
Coda: Hágase, hágasa, déjase, déjasa...

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