miércoles, 29 de mayo de 2019

Killing Eve. Segunda temporada.

Vuelve 30 segundos después la segunda temporada de Killing Eve. La misma locura. La misma mierda. Heridas en el vientre. Ascensores y corbatas. Pijamas raros. Supermercados. (Re)nacidos. Sangre sobre sangre. Mierda sobre mierda. Jodiendas con vistas al Támesis. Cartas que abrir, vecinos de habitación que matar, antibióticos que buscar. Vivos que parecían muertos. Viejos amigos y viejos enemigos. Familias que romper. Estructuras que romper. Heridas que cerrar. Los cicutas siempre le ponen pegas a todo: irreal, surrealista, idealista. Siempre poniendo pegas, como a Dalí. Siempre en contra del santiabadismo, siempre en contra de lo que no se puede entender. Siempre contracorriente. Siempre de la tortura a la felicidad, al final inesperado, al disparo y al puñal, al punto bajo la i. Y en Italia todo es posible. Todo. Y eso, en esta jodida época del buenrollismo, del feminismo cutre de resacosas comebocatas (ahora me ha salido la vena Beatiful Girls), de lo políticamente correcto (o politicomente correcta porque desunidas podemas), está bien ver retratos de mujeres que van con la pistola por delante, que van en contra de lo establecido. Y si eso está mal, viva la maldad. La puta maldad. Coda: Siempre hay que reivindicar Beatiful Girls, y Uma recordando desayunos, y Tim enamorándose de la vecinca (o la niña vecina de él, da igual), y de Mat poniendo sobremarcos...

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