jueves, 15 de agosto de 2019
Brexit: The Uncivil War
Acaba Brexit: The Uncivil War haciéndonos pensar sobre si hubo en aquel referéndum de 2016 fraude electoral. ¿Qué es fraude electoral? ¿Se debió votar el 14M después del 11M? No nos hagamos ese tipo de paja mentales, que nos llevan al desastre, a la distopía, a la locura más absoluta. Brexit: The Uncivil War se centra en la figura del ideólogo de ese movimiento que todavía colea: Dominic Cummings. Vaya personaje. Siempre nos quedamos con el flequillo de Boris, con las corbatas de Farage... o el modo de envejecer de Cummings. ¿Qué más da cómo esté envejeciendo Cummings? ¿Estamos locos? También pone la película, en boca de Cummings la torpeza (política) de caer en el cortoplazismo y en la retórica equivocada de ventajistas sin escrúpulos (¿acaso no lo somos todos?). Y esto solo es el principio. Únicamente el principio. El jodido principio. Boris se ha llevado el champú y la fama y el tinte, pero no vemos más allá de lo que queremos ver. No vemos a Iván Redondo manejando al tipo del Falcon (o no queremos verlo, o no queremos ver el plagio de cum fraude). No. La fama y los que se llevan la pasta. Se preguntan en la película si las personas cultas son las más idiotas. No vale leer a Sciascia o a Sánchez-Ostiz para ser el ombligo del jodido mundo. No. Pero antes de ese final, de esa sombra de duda sobre fraude electoral (¿el bombardeo total en época de elecciones en redes sociales es fraude electoral?), empieza B:TUW con una cronología de la historia de los británicos en la UE, en la CE, en la CEE... Tanto para esta mierda. Si. Y junto a Cummings, que es el sobre el que gira el asunto (peonza arriba, peonza abajo, bicicleta y sofá en la casa), Matthew Elliott (cuanta letra repetida en un nombre, pijo), y Daniel Hannan y Arron Banks y todos los demás. El Brexit no fue una casualidad. Ni de coña. No. Y de fondo, el UKIP y otra vez Banks de fondo. Cuando estoy en clase y le hablo a mis alumnos del mito del fontanero polaco, algunos ponen caras raras. ¿Fontanero polaco? ¿Alguien ha sido atendido alguna vez por un fontanero polaco? Ucranianos, sí; polacos, Juan Pablo II mediando ante los teólogos de la liberación (se nota que la ironía no funciona siempre), todavía no. Cummings y sus secuaces se centraron en mandar mensajes fáciles de entender y asimilar por la jodida($$$$$$$$$$) clase media británica, la del pub que abre a las 11 y que no quiere escuchar la campana de última ronda de pintas: Turquía (antes de lo del intento de atraco a Ozil), el coste semanal de estar en la UE, la inmigración, el empleo. No. No es tan difícil, ni tan innovador y nada cool. No. Cummings va a lo clásico, cogiendo manzanas (o nueces anasaguistianas, según se mire, según el pelo), va cogiendo de Mao y de Alejandro Magno, de Bismarck y de Clinton, de MT y de aquello de la economía... Sí. De aquello de la economía, pijo. Todos miran aquella campaña de Clinton. Sí. ProBrexit y AntiBrexit. Todos. Se trata de "recuperar el control", tanto de la calle como de las instituciones (hasta que un asesinato aparece y lo distorsiona todo). Y describe muy bien B:TUW el papel de nuestros políticos (da igual latitud/longitud/mal gusto al escoger ropa). Son personajes del pasado, son personajes fuera de contexto. Y habla mal DC del referéndum en sí, de esa idea de escoger entre cerveza o sin, entre algodón de azúcar o pipas, entre Atlético o Real Madrid (anoche era posicionarse con Kepa o Adrián). No es el siglo XXI época para un referéndum. No. Y todo no es Cummings en la película. También está el otro ivanrredondista de turno, Craig Oliver y sus secuaces. Hasta pone en tela de juicio el papel que tuvo la BBC en aquel proceso de 2016 y que sigue sin rumbo fijo. Y en esa sombra de dudas aparecen Robert Mercer y Steve Bannon y toda la parafernalia de una publicidad que ha cambiado, de una propaganda distinta pero fundamental para dar un no o un sí. ¿Somos más de Lakers o Celtics? Nuevo, viejo, mitad y mitad. ¿Comparamos el Brexit? En la película se habla de ponerlo al nivel de la caída del muro de Berlín y las consecuencias que tuvo. ¿Para cuando El Lugar de Don Juan independiente? ¿Freedom for Beniaján? Y el papel de las encuestas michavilásticas, y el voto de los antisistema, y las jodiendas con vistas a la bahía. A pensar se ha dicho. Y punto.
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