martes, 15 de octubre de 2019
Succession. Segunda temporada.
Vuelve Succession con una segunda temporada repleta de tan buenas frases como la primera. Una sucesión de insultos, agravios, encierros colectivos, juegos familiares, mala sangre y vómitos (no únicamente prietos) de los que sacar mucho jugo. Demasiado. Ten hijos para esto, para que se maten entre ellos, por la tarta, el pastel, las guindas, las pizzas y el marisco que se va a la basura. Del padre rata a los hijos todavía más ratas, más siniestros, más canallas. De una chimenea no cae nada bueno. Nunca. Tiene narices que tenga que esperar a Succession para enterarme de la Ofensiva Brusílov. Vaya unas narices, pijo. ¿Seguro que Platón no era uno de los hermanos Marx? ¿Cazar mamuts? ¿Médicos? ¿Defensa frente absorciones sin sentido? ¿Alguien que hace lo que le sale de los cojones es la Arabia Saudí en persona? Vivan los reyes de Dinamarca. Comprar, comprar y comprar. ¿Quién nos vende las noticias que leemos? ¿Quién lo que escuchamos? ¿Por qué cualquier gilipollas seguido por millones en Twitter tiene más importancia que veinte periódicos? Todos somos marionetas. Verdad, mentira... ¿qué diferencia hay? Que sigan las medias verdades. ¿De verdad que podemos ir a Hungría a disparar sin consecuencias? Advertir, provocar, matar. O lo que haga falta. Siempre hay un traidor a tu lado. Siempre. ¿Eres un pervertido si bebes leche? Y siempre hay termitas en el barco. Siempre. Champán (con o sin sed) para comprar lo que sea en un puto país de mierda con diamantes de sangre (o de los otros). Poner desinfectante en las manifestaciones. Estaría bien. ¿El nazismo es el límite? ¿No podemos ponerle al perro el nombre de la perra de Hitler? ¿No podemos ir de vacaciones al nido del águila? Habrá que probar a pincharse ginebra en el culo. Es necesario. Muy necesario. Y al hijoputa de turno, el pack completo: colonoscopia completa, preguntar si eres seguidor de Oswald Mosley, ignorar si las SS son una agencia de modelos, añadir Mi lucha a la lista de libros obligatorios de 4º de ESO. Hay que reconocer que un susto nos viene bien de vez en cuando. Un buen jodido susto, de esos que te cambian la vida. ¿Son los antifascistas unos (mal)nacidos para los dueños del show business? ¿Y por qué las cebollas no huelen a miel o melocotones? El guión, siempre el guión. Con el encierro siempre llega la salvación. Viva la república, y sus senadores y la plebe... a distancia. Y siguiendo a Fulberto y la carta y su "incólume" recuerdo y las famosas seis palabras. Seis. ¿Seis únicamente? Recordemos el Medievo y lo que hace un siervo respecto al señor: vasallos todos. Todo es mentira. La teta de Soros da para mucho. Muchísimo, antes y después del 1-O, antes y después del pujolismo-leninismo, antes del fascismo institucionalizado. ¿La política en la balanza de la prensa es como la salmonelosis? ¿Seguro que es tangible la verdad? ¿Sirve de algo la integridad? ¿Por qué fusionar algo que no se puede unir? El puto dinero, el único que siempre sale ganando. Más o menos, como la mentira. Pero cuando toda esta mierda es televisada, sale lo peor y lo más cutre, lo más falso y ruin que llevamos dentro. Es Rosa Belmonte quien mejor ha estado reflexionando sobre el asunto, y lo hace rozando lo maravilloso. Hay que deleitarse con cada diálogo y hacerlo en bucle, aunque no nos guste el resultado. Pero da igual, el show de Hamlets y payasos borrachos es grandioso. Luego, cuando ya no tengamos sucesiones que esperar, añoraremos a esta panda de cabrones, que es lo que son. Y esa última cena, reconvertida en almuerzo matutino en yate, buscando el Judas perfecto. Porque después de todo, se trata de eso, como en cualquier vida, culpar a otro, buscar las monedas de plata y ofrecer una soga (en este caso, también bien cara) para que busque el árbol perfecto. Pero hay cenas que se adelantan y otras que se repiten, y otras a las que mejor no existir. Besos, abrazos y copas perfectas para buscar el holocausto familiar, la tragedia bíblica que recordaremos todos, porque en todas las familias hay un Isaac que adelanta todo. Y muecas croatas para acabar de joder el asunto mientras se trocean los folios y hay sobres por abrir.
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