viernes, 31 de enero de 2020
The Path. Segunda temporada.
Seguimos con las sectas. Seguimos, esta vez, con la segunda temporada de The Path. Otra vez, las dudas, los accidentes, los nacimientos de un color esperado, la violencia, el fuego, el dolor, el llanto y, sobre todo, las mentiras. The Path sigue dándole a la cocotera con las mentiras. No habría que enfatizarlo, no habría que subrayarlo con boli rojo, pero secta y mentira, de toda la vida, van de la mano. Pero en The Path aparece la variante del doblebarajismo: la mayoría de los personajes, principales y secundarios, tienen o han tenido un plan b en su vida y en su existencia. La otra carta. Siempre escondemos algo, en público y en privado, en el trabajo y en el ocio. Siempre. Huir y agachar la cabeza o volver a por lo que es tuyo. Porque en las sectas, lo posesivo viene de fábrica. Siempre. Y con lo de uno, no se juega. Nunca. En las sectas, en su particular infierno, viven en su interior demasiadas inquietudes. Y puestos a hacernos preguntas, que lleven profundidad, no nos quedemos en medias tintas. The Path vuelve, antes de su epílogo, a sacar las interrogaciones del teclado para que las pulsemos con fuerza y recalquemos los demonios interiores. Habrá que esperar a las últimas pildoritas. Veremos.
Coda: En otro momento, la visión de esta segunda temporada fue la siguiente: La segunda temporada de The Path es de no creer. ¿Pero no iba The Path sobre el fracaso de todas esas mentiras que nos venden? ¿No iba de una secta al borde del precipicio? ¿Por qué crecen las sectas y luego se van al garete? Hay mentiras que no pueden perdurar en el tiempo; otras sí, hay que ver a Pedro Sánchez y no reír con su Manual… Pero The Path te lleva al extremo, a la huida y la vuelta a la mentira, al intento de escapada (sin MAHN) institucionalizado. Escribir institucionalizado cuando reflexionas sobre una secta televisionizada (o como se diga). Te estás sobrepasando, Salva. Y si hay que comprar una tele por primera vez, se te caen los palos del sombrajo. Del puto sombrajo.
Como tú dirías todo el mundo tiene o ha tenido un plan B.
ResponderEliminarLos comodines
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