viernes, 27 de marzo de 2020

Mujeres de la noche. Primera temporada.

No sé muy bien el motivo de seguir, o de respirar... si todo se va a la mierda. ¿Somos conscientes del tiempo? Estoy por coger de la estantería, de la famosa leja de los ladrillos, a Braudel y su estudio sobre Felipe II y contar con la coyuntura temporal, que si larga duración para arriba, media duración, corta duración... No sé, decía el motivo de empezar a ver Mujeres de la noche. No lo sé. ¿Por desconectar? ¿Por mirar hacia adelante? ¿Por vender una moto? ¿Por escupir en mitad del mar? Después de carnicerías holandesas, había que buscar otra imagen de Holanda, la imagen contemporánea de muchos países, de muchas ciudades del mundo (no solo occidental): corrupción, lado oscuro (no "la oscuro de la fuerza", otro de nuestros himnos de confinamiento"), turbiedad, escenas brumosas, identidad tardía, penumbra política... Lo mismo de siempre, pero en Holanda. Serie B en tiempos oscuros. Pero el asunto se pone feo y muy desagradable, a veces hasta puntos críticos. Hasta el horror llega a las mejores familias y a las peores alcaldías. Mujeres de la noche saca las peores entrañas a la peor calaña de nuestra sociedad. Todo vale. Higadillos en busca de sacar los más bajos instintos. Los peores instintos. Coda: Ese me cago en Bélgica ha estado bien...

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