domingo, 22 de marzo de 2020

The gloaming. Primera temporada.

Empieza la primera temporada de The Gloaming con allanamientos e imágenes del pasado, con frases sobre muertes y ropa quemada en un bidón de combustible, con forenses y escenas de un crímenes, con cataratas y Tasmanaia del anteayer y de un hoy con demasiadas preguntas. Una muerte en una catarata, una alambre que rodea un cadáver arrastrado, un sitio turístico al que llevar a una mujer de mediana edad. ¿Civilización o barbarie? ¿Un carnet escolar? ¿El pasado de una muerte y unas cervezas azules? ¿Cuadros de borregos y cuervos? Luego empiezas a hacerte más y más preguntas, pero el inicio deja un resultado intrigante. De la ciudad al campo y del campo a la ciudad... y por el camino muchas llamadas perdidas. Demasiadas. Canguros para todos. Escuelas del pasado, expedientes digitales, papeles del pasado... Familia, reencuentros, gatas con nombres que no se pueden decir en voz alto, jodiendas con vistas a la zona pantanosa de manera clásica. Inversiones políticas e inmobiliarias, coches que dan juego y disgustos, preguntas que nos llevan al caos en mitad de un viento de miedo. De Melbourne a Tasmania, y tiro porque me toca. Puertas que no cierran y puertas de salvación. El pack completo. Divorcios y planes alternativos, niñas que cuidar en un mundo que no cuida a nadie. Espectros con mensajes, luces rotas, fantasmas y ruidos y búhos que no dejan nada bueno. Y escafoides rotos, y máquinas de tortura, y preguntas sobre el Más Allá, y un hexafoil sin respuestas, y fantasmas que desaparecen y videos que pasan de móvil a móvil sacando los más bajos instintos. The gloaming, las coincidencias peligrosas, vidas que no pueden volver a la rutina, cacharros que hacen ruido, hermanas de muertas que esconden asuntos turbios, imágenes sin explicación, chimeneas de terror. No sé si ha sido buena idea ver The gloaming con el encierro del coronavirus, pero es atrayente desde el principio. Sogas, cuerdas, puertas que chirrían, coches que se hacen viejos, piezas de ajedrez que vuelven a sitios insospechados. Pero las sectas, las de aquí, y las de fuera, es lo que tienen: son asquerosas. Coda: Ha estado bien eso de recurrir al pasado (y a un gato) para conseguir Diazepam, o Diazepan, o como sea eso. Diazepam para todos. Incluídos los gatos.

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