lunes, 25 de mayo de 2020
El Ejército olvidado. Primera temporada.
Buenas intenciones y buenas recomendaciones las que muestra El Ejército olvidado. Pero eso, a veces, no basta. Está bien recordar episodios de las guerras y de los enfrentamientos a los que no hemos prestado atención o, directamente, no hemos hablado de ellos en clase. Estás con los alumnos den 4º de ESO, en 1º de Bachillerato, pero te dejas muchos de estos episodios. Muchísimos. En este caso, se recuerda la batalla de Singapur en la II Guerra Mundial, con un jaleo de mil demonios entre japoneses, indios y otros miembros del Ejército Británico. Tiene El Ejército olvidado una buena parte didáctica, lo cuenta de manera sencilla y visualmente, sobre todo el tema de la batalla, por momentos atrayente. Es necesario contar los temas y asuntos de forma que se entiendan las contradicciones de estos asuntos. Y no es fácil, la verdad. Hablamos mucho de Churchill (no hace falta llantos con las comparaciones que algunos hacían de Cum Fraude Sánchez con miles de muertos, una gestión sanitaria y económica lamentable con la pandemia coronavírica), hablamos de su gestión en la defensa de Inglaterra, pero se nos olvidan las palabras sobre el enfrentamiento en Singapur en la segunda gran guerra: "El peor desastre en la historia militar británica". Se dice pronto. Quizás, todos tengamos en nuestro pasado (en primera persona masculino singular, en primera persona del plural) muchos temas que queremos olvidar, muchos asuntos que no queremos recordar, mucha mierda que esconder. El PP siempre tendrá su Gurtel, por ejemplo. Y muchas cosas más. Pero no nos vayamos a otras latitudes, a otras longitudes, a otras mierdas. No. Se habla de unas personas, los indios de este ejército británico que fueron tratados como un "Ejército de Traidores". Ni más ni menos. Se dice pronto. Nos lleva también El Ejército olvidado al conflicto de Birmania de 1996, con saltos temporales y vidas truncadas y separaciones y leyes marciales y prohibiciones a extranjeros a entrar en patrias con banderas pero sin sentimientos. Se está hablando mucho de banderas en esta mierda coronavírica. Del uso de la bandera por Sánchez cuando le interesó, de la derecha cuando le interesa, del no uso de la izquierda. Sigo pensando que si en 2015, Iglesias y Podemos se hubiera atado a banderas de España, hubiese barrido. Lo tengo claro. Ahora está en el poder con otros medios, pero ya se encargarán los poderes reales, antes o después, de hacerlo bajar de la política (que no del chalé, viva Galapagar, viva La Navata, adiós Vallecas). Se haba en El Ejército olvidado de traidores, de personas que luego fueron hechas prisioneras y sufrido vejaciones y ser tratados como "traidores dentro de su país". Casi nada. Merece la pena esta serie para recordar a los que no fueron honrados en su patria. Pero no utilicemos mucho la palabra Patria por tierras españolas, no vaya a ser que nos tilde de fachas o rojos, de gudaris o de todo lo contrario. De vez en cuando viene bien recordar mierdas ajenas para no olvidar nuestro propio estercolero político.
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