domingo, 7 de junio de 2020
Killing Eve. Tercera temporada.
Cuando estás viendo Killing Eve no sabes si todo es una tomadura de pelo o una gran tomadura de pelo. La necesidad de estirar el chicle, a veces innecesaria, lleva a estas cosas. Ya, salvo en contadas excepciones, no engancha como al principio... La tercera temporada de Killing Eve vuelve a sacar los más bajos instintos, pero demasiado forzados. Vuelve a ahondar en sentimientos encontrados: el terror de la muerte de un hijo; las enseñanzas de una vieja maestra a la que quieres y detestas; la sordidez del viejo examante; el encontronazo de la convivencia con una hija; el dolor por la marcha de un marido; la violencia de una hija insolente; la locura de unos frikis en la oficina; los calcetines rosas de un jefe malvado que recibe lo que se merece. Sigue siendo atrayente el envoltorio, el papel de regalo que, visualmente, es Killing Eve: esas localizaciones, esa sucesión de vestuario, esos ruskis tan ruskis pero que entre ellos hablan en inglés... No todo es perfecto, incluso Killing Eve no es perfecta. Pero es un dulce que, de vez en cuando, apetece probar. Y a falta de pan, buenos son unos Haribo.
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