martes, 21 de julio de 2020
Informe Z. Segunda temporada.
Nada es perfecto. Siempre hay un momento en el que todo se va a la mierda. Cuando crees que el confinamiento ha funcionado, cuando crees que puedes ser perfecto, te das cuenta de que nada es perfecto, y vuelven los contagios y si eres del Deportivo se te queda cara de tonto (o cara de hormigonera, que todo pasado vuelve a un presente hecho hormigonera (niki) o en plan descenso. Grietas por el camino. Siempre hay grietas por el camino, y eso lo escuchamos en la segunda temporada de Informe Z. Siguiendo las directrices marcadas en la primera temporada, Informe Z va un paso más allá, va marcando el contagio y el cierre (no sociocultural, de eso se encargaba el profesor Chacón), las fake news y las redes sociales, el agente que puede cambiarlo todo y los problemas en la cadena de mando en el ejército. Y todo por un perro, todo por un puto perro. En esta segunda píldora ya hay informes por doquier, ya hay un momento en el que no se contiene el virus (como en una residencia de ancianos desatado), ya hay gente en Twitter haciendo tendencia con el #apocalipsiszombie de rigor, ya hay corte de comunicaciones, ya hay que encerrarse en casa y esperar, ya hay que creer en lo que quieras creer, ya hay una sobreinformación que sabes de mascarillas que el creador de las mascarillas, ya te crees con la facultad de un miembro de las fuerzas especiales para criticar y señalar (vivan los Acusicas, viva el índice acusador), ya crees que un activo importante puede ser cualquiera y ya te crees ( o piensas que te crees) que puedes colar, en mitad de todo, un alegato contra los monstruos cotidianos (yo hubiera puesto un alegato también contra las monstruas, les monstrues y los monstruos trans). Y todo lo demás, también.
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