Vaya manera de cerrar el círculo en la tercera temporada de The Sinner. Paranoias de época universitaria que vuelve al presente para revolver tripas y tumbas, para enredar a preñadas y a protagonistas con ciática, para volver a sentir escalofríos en persecuciones. Locuras, visiones y rastreos de móviles que se intercalan con saltos inimaginables y accidentes, con cuadros y puñales en las manos, con alumnas consumiendo anfetaminas ante profesores descarriados. Buen retrato el que hace la tercera temporada de The Sinner de esta sociedad que hace mucho tiempo que se fue a la mierda.
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