lunes, 14 de diciembre de 2020

Grand Army. Primera temporada.

Vaya tela la primera de Grand Army. De la mentira del empoderamiento femenino, del feminismo judío, de los matrimonios por conveniencia, de los atentados islámicos en Nueva York a la homosexualidad de los indios, de la adopción de una china por una familia judía al baloncesto de instituto, de la cultura del miedo a la del libre albedrío. Días de mierda en un instituto de mierda. O no. Pánico y jodiendas en un taxi, en un metro, en una fiesta judía, en una familia de la exIndia británica, obras de teatro más falsas que un billete de Mortadelo. ¿Se puede montar un numerito sobre la libertad de los pezones en una clase sin que una profesora te llame puta? ¿Se puede preguntar si estás seguro o segura o segure continuamente? ¿Podemos cuestionar las mentiras entre piruletas y falsos mitos sobre la ridiculez? El peligro de Grand Army es la redsocialización de todo? ¿Hay que contarlo todo continuamente las 24 horas del día? ¿Todo es todo? ¿Mentira sobre mentira? Todo grabado, todo subido a las redes sociales, todo llevado de móvil a PC, de tableta a la retina de todos. El tiempo malgastado en tonterías varias, en mierdas que te pueden llevar a la ruina. Y las consecuencias de una broma, de un robo, de un dolor existencial. ¿Puedes querer a las personas que te hacen un daño infinito? ¿Es posible? Y como en buena serie de instituto, el futuro universitario en el aire, las carreras como salida de un infierno del que no siempre se puede salir. Parejas (mal)avenidas, nombres en mitad de un expediente, habladurías y cosas raras a las que es difícil poner nombre. Y pensar, como siempre digo, te mete en líos. Ahora no vale. Nada vale nada. De las arcadas al poder, y tiro porque me toca. Seres mononeuronales hablando sobre obras de teatro feministas mientras hacen todo lo contrario en su vida cotidiana. Y la vida de los negros importa. Vale. ¿Y la del blanquito lechoso no? ¿Seguro que no? ¿Ola negra? Sermones indios en mitad de la multiculturalidad de la mentira. Abusos televisados en mitad de un mundo sin valores, en mitad de un engendro del que todos somos responsables. Y veamos Dirty Dancing otra vez, que no pasa nada. Claro que sí. El elitismo quiere salir en fotos con la peña de La Fama y de La Paz, y del Espíritu Santo y de Santa Lucía. Y quedar bien. Quedar muy bien. Preguntas sobre el origen de las personas, sobre los parecidos y las diferencias, sobre lo híbrido y la mezcla. Los blancos en la diana de todo. Fotos de orfandad, fotos de desesperanza, fotos de ilusión. Videos de elección, videos de condena, videos de la locura colectiva. O no. Simplemente deberíamos encerrarnos en una biblioteca y no salir, y no llevar ningún aparato eléctrico en un mes. Probad, probad malditos. Confesiones en mitad de un ascenso etéreo, confesiones en mitad de la terapia, confesiones sin motivo aparente. ¿A quién no le gusta desvariar? ¿A quién no le gusta desconectar? ¿A quién no le ilusiona la antología del disparate? ¿No tenemos bastante con los dibujos animados? También reflexiona la primera temporada de Grand Army sobre la desesperación de una generación de amargados que no tiene ni pajolera idea de lo que va a hacer, a pasar, a multiplicar(se) por cero la mitad de su existencia. Putos ceros a la izquierda, uno detrás de otro. Ya no valen explicaciones por parte del profesor porque no hay esperanza: nadie va a escuchar al profesor. Ninguno. Se lo suda todo. Proyectos inconclusos. ¿Confundimos a la rabina con la psiquiatra? ¿Al cura con el psicólogo? Y si lo llevamos todo al extremo de las redes sociales, las cuentas falsas salen a florecer como níscalos en Cehegín en otoño. Arroz y níscalos para todos, pijo. Hasta con la bazofia antiTrump se regodea Grand Army, dándole suero en vena a aquellos que quisieran seguirle el rollo. Y la cantinela de la segregación en los centros de internamiento. ¿Hasta dónde llegan nuestras tragaderas? ¿Límites logarítmicos? Y las verdades que duelen, y las mentiras que sangran, y las verduras que nos venden como el manjar de los Dioses en un Infierno laico. ¿Se entiende? Y copiar, copiar y volver a copiar. ¿Algo original? ¿De verdad que comparan Grand Army con la versión gringa de Euphoria? ¿Procesar traumas? ¿Es el momento de procesar traumas viendo Grand Army entre ola y ola pandémica? ¿De verdad hay esperanza? ¿Seguro? Coda: ¿Esto son las Olimpiadas mejicanas para acabar así?

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