martes, 15 de junio de 2021

Engrenages. Octava temporada.

Engrenages dice adiós dejando un final imperfecto, pero es que los finales perfectos son difíciles de conseguir. No existe la perfección. Pero la octava temporada de Engrenages sigue con sus efectos y consecuencias de un sistema policial y judicial en Francia que tampoco es perfecto. Esta vez vuelve a poner énfasis en la jodienda de los menores extranjeros en el país francés, en la putrefacción de las cárceles, en la imposible reinserción, en la lucha entre jueces que buscan trepar a cosa de lo que sea. Vivan las influencias y su tráfico, y la degeneración y el desgaste y las preguntas que cuesta responder. También reflexiona Engrenages sobre el compromiso, sobre lo que hay que hacer aunque cueste hacerlo. Tampoco se olvida del dolor y la muerte, en las traiciones laborales y en lo que las rejas unieron que no es tan fácil deshacer. O sí. Franceses que solo hablan francés cuando le interesa, o supuestos franceses que adoran el árabe sobre el francés. Teléfonos como negocio en la era de Internet, huidas hacia un Norte que es mierda sobre mierda, que es transferencia por honor, que es paso de peatones por mafia, que es joder por joder y mula porque te toca en la vida ser mula. Victor Hugo ha quedado como un nombre de hotel y todo es mentira en esta vida, tanto o más que los finales imperfectos de series que son muy buenas, y, Engrenages, lo ha sido.

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