viernes, 13 de agosto de 2021
The North Water. Primera temporada.
“Es un grave error pensar demasiado”. En The North Water hay silencios y sangre, bares y láudano, focas y ballenas, pero sobre todo hay un buen grupo de bastardos que no tienen límites. Tienen pasado, eso sí, y muchos asuntos que los atormentan. Es un género difícil y, en parte, olvidado, este de los tipos que cazaban ballenas en el XIX. Bendita pandilla de cabrones sin escrúpulos. Desde el principio se ve que todos esconden mierda, y no solo de La India. “Las preguntas más importantes son las que no se pueden responder con palabras”. Viva la hiel, vivan los vinagres, vivan los higadillos. The North Water no puede verse con la visión de este cutre, inmisericorde e imbécil siglo XXI plagado de estúpidos, estúpidas y, desde los ministerios, estúpides. The North Water es dolor y mucha sangre, aceite de ballena y barriles de niños sodomizados y asesinados, es diamante y arpón, es jodienda con vista al cabo Farewell y dúplex de insomnio y vómito en el hielo de Groenlandia. “Las palabras son como juguetes. Nos divierten y nos educan por un tiempo, pero cuando se trata de hombría deberíamos renunciar a ellas”. O no. Siempre sobran, incluso las palabras. “La ley es solo un nombre que le dan a lo que prefieren ciertos hombres”. Tampoco. Y la huida supone siempre volver, desandar y buscar las huells en un hielo que ya no está. La desesperación, el vómito, la venganza, la muerte. Hundir la flota, de eso se trataba. Pero todo se va a la mierda, como con cualquier enano rumbero. Siempre hay un final, aunque como cantan las otros, no sea la muerte: es el hielo. Piedras y hielo. ¿Para qué más? Osos, tipos de ojos achinados, venganza y justicia. Pero siempre habrá un trauma que te impedirá dormir. Siempre.
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