martes, 12 de octubre de 2021

Primavera para Madrid

Me recomendaba el amigo Jesús, autor de Megacuarenteno y el resto de compis de la carrera que valen y que escuchan, Primavera para Madrid. Un códice de Magius. Ni idea. No lo conocía. Ni la más remota idea (para variar). Lo primero que choca es el dorado y negro del libro (me llega la cuarta edición), con el águila bicéfala coronando las flores que rodean a los caretos de la portada. Y empieza con rezos sobre los rascacielos de oficinas. Marcando territorio, pisando la zona en plan Shaq y el artículo 34. Y no es casual lo de Shaq (o sí), pero se dan las gracias por tener una propiedad en una de las cuatro torres famosas de Madrid, pero un poquito más abajo que el número de la camiseta de O’Neal, en el 33. Y entonces se presenta un tal Cipriano Luna, con una doble arruga en la frente que me recuerda a un vecino de Aljucer que ahora tiene Alzheimer que vivió de las lentejas… Pero me pierdo, y voy sin brújula. El tal Cipriano presenta también a su yernísimo estrella, Lobo Madrid. Auuuuuuuuuuuuuu. Y habla del pádel, de la pista a unos 236 metros de altura, y aparece por allí una Cindy Crawford… y de pronto, las palabras clave: cohecho, malversación, prevaricación… y otras palabras con las que hacer un soneto bankiano, unos sextetos al más puro estilo camiano como cuando uno de mis profesores de Historia compartía cargo en la antigua Caja de Ahorros alicantina y murciana que creció y creció hasta que reventó y reventó. Como diría el bueno de Andrés, pum pum. Y yo añado, que hay que abrir la caja de los bombones. Pero entonces comienza una comisión de investigación, y no sé si habrá personajes rufianescos haciendo preguntas o habrá mentiras sin cintas de video. Se ve el cuadro pero no se ve el careto del cuadro que hay tras los personajes de la investigación comisionada… Y siempre me recuerda mi mente, mi retina cretina (que decía el hombre de la camisa verde) aquel funcionario de Aduanas con la mano en el cogote del exministro. Benditas retinas, Ginés Caballero. Pero volvamos al púrpura y oro, que juegan los Lakers y es domingo por la noche. Y no es la Almudena pero se ven chulapos y chulapas (¿habrá que decir chulapes?), y aparece La Primavera pero no es la de Obdulio Miralles, es pintura pero es otra Primavera. Y el siguiente en aparecer en la tragicomedia madrileña es un cayetanísimo Fede, relaciones públicas discotequero y cicerone de futuras estrellas del Hola, y la sed de Champán pero sin Charolitos, que estos vienen de otros barrios y otras estrategias. Y en esa confusión de gestos y rostros, del antes y el después, aparece la zafiedad de las juntas de accionistas, origen y causa de tanto progreso y tanta miseria. Sí, progreso y miseria, casi siempre, en la misma frase. ¿Cuántos banqueros y presidentes de grandes empresas han dicho lo de yo era pobre cuando empecé? Y Sotogrande, ese sitio que según los de la Ryder española era muy aburrido, pero quizás uno no va únicamente a Sotogrande a divertirse: la estandarización del ocio de lo cotidiano, hacer negocios y más negocios. Sotogrande, Marbella, comunidades con capitales de estado, presidentas, vicepresidentes con áticos y con pisos varios, vicepresidentas, constructores, concejales (de distrito lo llaman allí, en los Madriles), gente con kilos y gente que aspira a ganar más kilos pensando desde la frente al ombligo y pasando del corazón a la cartera… Veo las torres y es pensar en El año del descubrimiento y algunos de los dueños, o exdueños, o exexdueños… Al final, todo, entre Cartagena y Madrid, viene a ser lo mismo en la política y en la vida: todo mentira (hasta el buen sabor del brócoli, o el equivalente a la palabra sabor en el brócoli si es que existe esa palabra de verdad). Me gusta, por el choque, esos dos colores de Primavera para Madrid, o la ausencia del resto, en alguien como yo que apenas lee tebeos. Y sigue la fiesta, en discotecas, en casas, la gran mentira institucionalizada. Las tarjetas black, las cacerías, las fiestas y presentaciones… Todo mentira, en España no ocurrió eso. Nunca. Una ilusión de la prensa rosa, de la de color salmón y de la amarilla, de cartas que lanzan tipos como personajes de cuadros goyescos en bautismos de sangre. Luego se centra el autor en los mitos fundacionales del nuevo estado, nombres e instituciones, pasado y presente, comparando el asunto a David y Salomón, a Carlos V y a Felipe II… Será por pasados imperiales y quijalescos, por relaciones de las que ni te acuerdas. Recuerdo aquel lunes de junio de 2014, con Juan Carlos García Barba y Karin charlando de política después de que el personal adelantara por la izquierda con noticias que nos llegaban por móvil a un Patiño en el que hacía tiempo para una reunión de departamento en el recreo. Parece ayer, pero un ayer en otros colores. Un gran ejercicio el de Primavera para Madrid para llevar un sueño al papel y creer que se pueda hacer realidad.

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